Le encontramos barriendo las puertas de su parroquia, dedicada a San Andrés. Noel Díaz Borqueth es el rector a cargo del templo, sede de la Iglesia anglicana en Zaragoza. Gustoso, abre las puertas del edificio, que era la antigua capilla del convento de Santa Teresa, el de las Fecetas.
«Es una joya desconocida en la ciudad. Incluso en el vecindario hay mucha gente que no sabe lo que hay aquí porque estuvo cerrada y abandonada durante 70 años y, además, no estaba abierta al culto público», cuenta Díaz, «vestido de civil». El alzacuellos lo deja para cuando tiene que oficiar misa.
Este templo, situado en el número 13 de la calle Santa Lucía de Zaragoza, es la sede de la Iglesia anglicana en la ciudad desde hace siete años. «La capilla se cerró cuando se fueron las monjas del convento. Se estuvo usando como bodega o se abría, como mucho, para pequeños grupos de oración. Hace unos años se autorizó que el templo lo usara la Iglesia católica del rito oriental y, ya en 2017, a través de un acuerdo con el Arzobispado de Zaragoza se cedió a la Iglesia anglicana», cuenta Díaz.
Mientras explica la historia del lugar, mira de reojo a sus interlocutores. Sabe cuál es la siguiente pregunta. ¿Qué es la Iglesia anglicana? ¿Por qué hay una en Zaragoza? ¿En qué se diferencia de las católicas? Su primera respuesta aclara algunas dudas. «No somos una réplica de la Iglesia de Inglaterra en España. La Iglesia de Inglaterra –en la que el rey es el ‘máximo gobernante’–, es una parte de la comunión anglicana de la que nosotros también formamos parte», explica.
El anglicanismo es una rama del protestantismo que surgió tras la ruptura entre el rey Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547) y el papa Clemente VII, que no concedió la nulidad matrimonial al monarca, que deseaba divorciarse de su esposa Catalina de Aragón, hija menor de los Reyes Católicos. «Pero a España el anglicanismo no llegó por una misión evangelizadora de los ingleses, fueron españoles los que se convirtieron del catolicismo», cuenta Díaz.
Fue el exescolapio Juan Bautista Cabrera el fundador de la que fue la primera Iglesia protestante en España, que adquirió el nombre de Iglesia española reformada.
Bautista, en tiempos de Isabel II (la española, no la británica), se organizó junto con otros sacerdotes por algunos cambios que se estaban introduciendo en la Iglesia católica y con los que no comulgaban. Fueron expulsados del clero por alta traición, por lo que Bautista se refugió en Gibraltar, donde se acercó al anglicanismo y a otras ramas del protestantismo.
Misas multiculturales
Tras la revolución de 1968, el mismísimo general Prim le garantizó a Bautista que en España se implantaría la libertad religiosa, un derecho que quedó consagrado en la Constitución de 1869. Entonces regresó del exilio. «Y poco más adelante es cuando la Iglesia española reformada entabla plena comunión con la Iglesia de Inglaterra», explica Díaz.
Al entrar al templo, hay pocas pistas que hagan pensar que no se trata de una iglesia católica. Sorprende que hay un biombo con una mesita y azucarillos de café a unos metros de la entrada. «Es porque cuando acaba la misa despido a los fieles en la puerta y antes siempre nos tomamos algo y comentamos la semana», dice, una tradición muy arraigada en el mundo anglosajón.
La iglesia data de la primera mitad del siglo XVII y es de estilo barroco. Y hay santos en las capillas. «Nosotros podemos tener imágenes; lo que no podemos es rendirles culto. Pero debemos respetar el patrimonio del edificio», cuenta Díaz. «Si fuéramos estrictos, lo único que tendríamos sería una cruz vacía presidiendo el altar», añade el sacerdote.
En cuanto a los sacramentos, anglicanos y católicos comparten los siete «aunque con pequeñas diferencias». «Nosotros admitimos mujeres como diáconas, obispas y presbíteras. Y los sacerdotes pueden ser solteros o casados. Además, si el divorcio está dictado por un juez, la Iglesia anglicana te permite casarte de nuevo», explica Díaz.
Él no desvela su estado civil. «Ni soltero ni casado», ríe el sacerdote, que antaño trabajó como teleoperador en Vodafone. «Hoy estoy en nómina de la Iglesia anglicana. Somos pocos y tenemos que hacer muchas cosas», justifica.
El bautizo es igual e incluso católicos y anglicanos en España reconocen el rito de ambas ramas del cristianismo. «Y la comunión existe, pero todos los bautizados pueden participar de la Eucaristía. No tenemos el rito de la primera comunión como los católicos», cuenta.
Ahora, en Semana Santa, «quitando las procesiones, lo demás es igual que en la Iglesia católica», cuenta Díaz mientras se pone la sotana. La vestimenta también es muy similar. «Visualmente no hay tantas diferencias. Ha habido personas que venían a misa y hasta el tercer domingo no se han dado cuenta de que no era una misa católica», ríe.
En España hay una única diócesis anglicana, por lo que solo hay un obispo para todo el país, quien ha visitado Zaragoza –junto a su mujer– en más de una ocasión. En la capital aragonesa, Díaz no es el único sacerdote, le acompaña el reverendo Daniel Caravaca.
«El censo de la comunidad es de 90 personas, pero que vengan cada domingo hay entre 25 y 28. Son misas multiculturales porque hay americanos, ingleses, españoles de familias protestantes desde hace varias generaciones, latinoamericanos y africanos». «Y ustedes están invitados cuando quieran», dice con voz cálida.