La operación fue bautizada como “la boda”, el nombre en clave que le dio la inteligencia iraní al plan para matar en Londres a dos presentadores del canal persa de televisión por satélite Iran International, crítico con el régimen de Teherán. El trabajo se dejó en manos de un traficante de personas al servicio de la Guardia Revolucionaria iraní (IRGC), el cuerpo encargado de las operaciones clandestinas en el extranjero, al que se ofrecieron 200.000 dólares por llevar a cabo los asesinatos. El plan inicial consistía en emplear un coche-bomba para matar a los periodistas, un modus operandi que se modificó después para recurrir a un cuchillo de cocina. Pero no funcionó. El asesino a sueldo resultó ser un agente doble, que informó a Scotland Yard de los planes homicidas y acabó desbaratando la trama, según desveló en diciembre la cadena británica ITV.