Se intensifican los signos de una eurozona a dos velocidades. ¿Está Alemania convirtiéndose en el eslabón más débil dentro de la región o está lista para recuperarse? La respuesta es: «Un poco de ambas cosas. Alemania enfrenta serios problemas estructurales», pero «la situación y las perspectivas son menos sombrías de lo que pueden sugerir los titulares generalizados».

Es lo que expresan los expertos de Berenberg, donde ven que la historia presenta dos caras. Por un lado, como explican, la narrativa pesimista es fácil de respaldar.

«La producción manufacturera alemana ha caído drásticamente según la tendencia después de alcanzar su punto máximo en 2018. En 2023, las fábricas alemanas produjeron un 6,5% menos de bienes que en 2019, antes de la pandemia, mientras que los productores de la eurozona fuera de Alemania registraron una ligera ganancia del 0,3%».

Sin embargo, por otro lado, hay una historia mucho menos negativa. «En términos de valor agregado bruto real en el sector manufacturero, Alemania está por detrás de la eurozona por un margen mucho menor. Según esta medida menos observada, los fabricantes alemanes generaron aproximadamente tanto valor agregado en 2023 como en 2019 (-0,2%) frente a una modesta ganancia del 2,3% para la eurozona fuera de Alemania».

En general, creen que la brecha alemana parece reflejar al menos tres cambios. En primer lugar, «al enfrentar una feroz competencia global y altos costes internos, las empresas alemanas están ascendiendo en la escala de márgenes y calidad».

En segundo lugar, «algunas empresas parecen estar alargando el proceso de producción en casa. Al producir más insumos en el país en lugar de importarlos del extranjero, aumentan la proporción del valor agregado interno por unidad de producción y ventas. Esto puede ser una reacción a la escasez generalizada de insumos pospandemia, así como a las preocupaciones geopolíticas que habían afectado especialmente a la Alemania expuesta».

En tercer lugar, «es probable que las empresas manufactureras y sus filiales estén generando una proporción cada vez mayor de su valor agregado a partir de los servicios posventa y la venta de planos y diseños, lo que se refleja en su desempeño corporativo agregado más que en las cifras de producción de bienes».

Con este panorama, consideran que, si bien Alemania no está perdiendo su base industrial de manera importante (todavía), está teniendo un desempeño inferior al de la eurozona en términos de PIB total y valor agregado bruto en el sector manufacturero. «La incipiente recuperación del comercio mundial este año probablemente ayude. No obstante, el país necesita reformas serias para recuperar su vigor«, dicen.

Mientras, en Oxford Economics constatan que los últimos datos publicados muestran que la economía de la eurozona se mueve a dos velocidades. Refiriéndose al índice PMI, la divergencia es clara a nivel de país: «Las cifras de Alemania y Francia muestran que ambas economías siguieron en contracción en marzo, ya que los PMI compuestos se ubicaron en 47,4 y 47,7, respectivamente».

A pesar de resultados similares, esto representa tendencias algo diferentes, ya que hubo un sólido repunte liderado por los servicios en Alemania desde 46,3 en febrero, mientras que el PMI francés cayó desde 48,1 en febrero, lo que confirma que la economía francesa aún no está fuera de peligro. «Esta debilidad en las dos economías más grandes de la eurozona fue compensada por un tercer mes consecutivo de expansión de la actividad en el resto de la unión monetaria», añaden.

Pero los datos son algo más alentadores si se centra la atención en otros índices. En Alemania, el subcomponente de expectativas del ZEW alcanzó su nivel más alto desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. Pero, una vez más, la evaluación actual, a pesar de un modesto repunte, sigue estancada en niveles históricamente bajos.

«Los resultados del índice ZEW para Alemania coincidieron en términos generales con el patrón de la eurozona, con un aumento en el subcomponente de expectativas que lo elevó a 31,7, el nivel más alto en más de dos años. Si bien, en contraste con la evaluación actual de la eurozona, mejoró ligeramente (+1,2 puntos), se mantuvo profundamente en territorio negativo en -80,5», comentan.

Para ellos, esto complementa otros datos sombríos de la economía más grande del bloque, «como la caída en picado de los pedidos de fábrica y el PMI manufacturero alemán que no logra recuperarse en línea con sus pares. Como resultado, esperamos que en el primer trimestre de 2024 se produzca una modesta contracción del PIB (-0,1% intertrimestral), aunque reconocemos riesgos de una caída más pronunciada».

De su lado, en base al índice Ifo, el clima empresarial subió 2,1 puntos hasta 87,8 en marzo, el más alto desde junio del año pasado, y tanto las expectativas como la valoración actual mejoraron. Sin embargo, «la mejora parte de una base baja y en líneas generales está en línea con nuestra opinión, según la cual Alemania sólo emerge gradualmente de la debilidad que ha caracterizado a su economía en los últimos trimestres. Esto seguirá arrastrando a la eurozona«, aseguran.

Algo en lo que coinciden los analistas de ING, quienes creen que, «antes de descorchar la botella, no olvidemos que la lectura sigue siendo muy inferior a los niveles observados el verano pasado. El aumento del Ifo fue impulsado tanto por la mejora de los componentes de evaluación actual como de expectativas».

Para ellos el mensaje es claro: «La economía alemana está tocando fondo, pero aún no se vislumbra una fuerte recuperación». De cara al futuro, opinan que, «incluso si los indicadores de confianza han mejorado algo, cualquier recuperación de la economía alemana parece ser débil este año».