La labor de los bares, las panaderías o las peluquerías de los pueblos va más allá del establecimiento donde beber una cerveza, comprar la barra de pan y las tortas de cucharada o tintarse el pelo. Son puntos de reunión, los llamados mentideros, donde los vecinos se arremolinan casi a diario para hablar sobre el nieto, las vacaciones o la polémica del partido de fútbol de la noche anterior. En Épila hace años que la delincuencia y el vandalismo copan buena parte de estas conversaciones y de ello ha sido testigo EL PERIÓDICO DE ARAGÓN al desplazarse a la localidad zaragozana ante las últimas oleadas de robos que ahora también incluyen el asalto a las viviendas. «A mí no me ha tocado aún, pero me puede tocar en cualquier momento. Esto es continuo», dice una jubilada. «Una amiga mía se fue a trabajar y, cuando volvió por la noche, le habían entrado en casa», añade otra.