K2, K4, K9, Spice, Gigante Verde, Scooby Snax, Black Mamba, Payaso Loco, Zombi, Funky Monkey, Sexy Monkey, SinX, TenX, Twilight, 3X, Bliss, Bombay Blue, Hierba Fake, Kronic, Damnation, Éxodo, Genie, Zohai, Mr. Nice Guy o Mono Loco. Todos estos nombres se refieren a lo mismo: un tipo de droga sintética con un nivel tan alto de toxicidad que puede provocar la muerte.
Se trata de un conjunto de sustancias que se han agrupado popularmente bajo el nombre de ‘Drogas K’. Son cannabinoides sintéticos que nacieron con la idea de imitar los efectos de la marihuana, pero que se han convertido en un peligro para la salud pública, dado el elevado número de intoxicaciones que producen.
Y tan peligroso es, que los grandes narcotraficantes han prohibido su venta en algunas zonas de América, tal como ha documentado la BBC en un reciente reportaje. Igual que sucede con el fentanilo, los efectos son tan devastadores para los consumidores, que las consecuencias sólo generan problemas a los traficantes de droga, dado que la policía siempre acaba acudiendo a los lugares donde se venden y consumen estas sustancias.
La creación 18
El K2 es una sustancia que no nació para ser consumida de forma recreativa. De hecho, se le acabó yendo de las manos a su propio inventor: un químico norteamericano que creó los primeros cannabinoides sintéticos y que acabó advirtiendo a la gente de que no consumiese su creación bajo ningún concepto: «Los que lo consumen con fines recreativos son unos inconscientes y unos idiotas. Tomarla es como jugar a la ruleta rusa», explicó tras conocer que se había popularizado su consumo.
John W. Huffman (1932-2022) empezó a desarrollar los cannabinoides sintéticos en 1995 como una parte de un trabajo postdoctoral financiado por la NIDA (Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas). Estaban buscando un fármaco que se dirigiese a los receptores endocannabinoides del cuerpo. Medicamentos para combatir la adicción a la marihuana. Es decir, todo lo contrario a una droga recreativa.
En ese trabajo creó 470 sustancias y a todas les puso su nombre. O, mejor dicho, sus iniciales: JWH. Y uno de esos 470 compuestos, concretamente el número 18, se acabó saliendo de madre. Fue el JWH-018, que es el nombre oficial del K2. «Fue sólo una parte de muchas otras cosas que hicimos» justificó en 1998 en ‘Journal of Pharmacology & Experimental Therapeutics’.
Tras publicarse su investigación, alguien con conocimientos de química empleó esos trabajos para probar dichas sustancias con uso recreativo. Aunque no fue hasta 2008 cuando Huffman recibió un correo electrónico de un bloguero alemán, alertándole de que su cannabinoide sintético JWH-018 había sido detectado como ingrediente en algunas mezclas de hierbas comercializadas en internet, como sustituto legal de la marihuana.
Acople total
No fue la única de sus creaciones que se extendió en el mercado negro. También el JWH-073; un cannabonoide menos potente, pero igualmente dañino. Todos ellos se comercializan como drogas K, con diferentes nombres, como K2, K4 y K9. Y todos ellos provocan efectos parecidos: alteración de la percepción de la realidad, falsa sensación de relajación, confusión, náuseas, vómitos e incluso estados de pánico y convulsiones.
Claudio Vidal, de la ONG Energy Control, especializada en sustancias psicotrópicas, explica que «en realidad no es una marihuana sintética, porque estas sustancias de marihuana no tienen nada, ni siquiera buscan parecerse. Nosotros no los llamamos marihuana sintética, sino agonistas sintéticos de los receptores cannabinoides. Esto significa que las personas tenemos en el cuerpo un sistema que se llama endocannabinoide», en el que está involucrada una variedad de procesos fisiológicos incluyendo el apetito, la sensibilidad al dolor, el humor y la memoria.
Este sistema tiene unos receptores «y la marihuana natural se acopla de forma parcial. Pero estas sustancias sintéticas se acoplan a los mismos receptores que la marihuana, pero de forma total. Por tanto, provocan todos los efectos de la marihuana. Los buscados y los no buscados. Entre ellos, brotes psicóticos e incluso fallecimientos, que es algo que no produce la marihuana real», prosigue Vidal.
Pulverizados
La forma de consumir estas drogas suele ser casi siempre la misma: vienen en polvo, se diluyen en agua y, con un pulverizador, se impregnan unas hierbas que se fuman, para que la sensación de estar fumando marihuana sea lo más parecida posible. No obstante, su consumo en España «es residual», según Vidal.
En otras ocasiones, su forma de presentación es en sales de baño. Esta es una forma habitual de camuflar drogas para su venta en el mercado legal: se ofertan como sales o jabones para el baño y no para ser consumidas por el ser humano. De hecho, en la mayoría de los casos, a esas sales de baño le acompaña una advertencia que explica que la sustancia no es apta para el consumo humano, aunque ese sea su fin último.
Desde 2008, estas sustancias están fiscalizadas en gran parte del mundo. En Estados Unidos va por estados. El último en fiscalizar fue el de Kansas. En otros, como en Connecticut, el K2 ha provocado auténticos desastres. Como la epidemia de intoxicaciones que hubo por este producto en 2018, cuando más de cien personas tuvieron que ser atendidas de urgencia en la ciudad de New Haven.
Brasil dice no
Y donde se ha popularizado últimamente el K2 es en Brasil. O, al menos, es donde el K2 ha provocado la última crisis de sobredosis. Los problemas que ha generado entre sus consumidores ha llevado a los grandes traficantes de droga a prohibir la venta de esta sustancia en sus dominios.
La organización criminal brasileña Primer Comando de la Capital (PCC), conocida como el mayor cartel de Brasil, vetó la venta de este tipo de estupefacientes en los lugares bajo su control, según confirmó la BBC en un reportaje en el que contactó con varias fuentes de la lucha antidroga del país.
“Cuando un hombre las consume en la favela puede caerse y golpearse la cabeza, enfermarse, y esto lleva a que autoridades públicas vayan allí, como la policía y la ambulancia. Esto llama mucho la atención y genera confusión”, afirmó a la BBC una fuente vinculada a la policía. Por este motivo, la organización ha dado la orden de no volver a vender este tipo de sustancias. Porque le complica el negocio a los propios narcotraficantes.