Renovados peligros y desafíos clave marcan la coyuntura estratégica de España, según el Informe Anual de Seguridad Nacional que se ha publicado en la tarde de este martes, tras aprobarlo el Consejo de Seguridad Nacional.
Los autores inciden en la necesidad de protección de las infraestructuras críticas, que “cobra especial importancia en un contexto de inestabilidad geopolítica, donde se observa un número creciente de incidentes y ataques híbridos”.
El informe señala también el fenómeno de la mentira como arma, “un incremento de la difusión de campañas de desinformación, con un aumento de las narrativas antioccidentales y antieuropeas” a lo largo de 2023, en el contexto de la tensión de Occidente con Rusia. Y también en ese contexto, una elevación de la actividad de servicios de espìonaje extranjeros, y “los ciberataques, con atacantes cada vez más sofisticados técnicamente y una creciente interconectividad”.
Han elaborado el informe técnicos y expertos del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) que asesora a Moncloa con aportaciones de ministerios como Defensa, Interior, Exteriores, Economía o Transición Ecológica. El trabajo subraya la necesidad que tiene este país de “hacer que las cadenas de valor sean más resilientes y seguras y por proteger el acceso a materias y tecnologías críticas”, de vigilar el desgaste de los sistemas de control de la proliferación de armas de destrucción masiva, así como la de una transición energética, “que ha cobrado todavía más urgencia a consecuencia del aumento de la temperatura media global”.
El deterioro climático entra de lleno en los análisis españoles de seguridad, riesgo estratégico que se enreda con otros fenómenos también influidos por la crisis climática, como la inmigración irregular; y, claro, mirando al Sahel. Señala en ese flanco el informe un desafío para España, al ser un país que en 2023 registró “un incremento de más de 400% en el número de llegadas de subsaharianos respecto al mes anterior”.
Destrucción masiva
De uno de los principales riesgos alerta el Comité Especializado en No Proliferación de Armas de Destrucción Masiva (CENP), que observa un “deterioro del Régimen Internacional de No Proliferación, agravado por la situación creada tras el ataque ruso a Ucrania, el estancamiento de las negociaciones del Plan de Acción Integral Conjunto para Irán y la actitud beligerante de Corea del Norte”.
Puede que este país esté condenado a oír hablar del CENP más de lo deseable. El trabajo de ese comité se ha incrementado según crece el riesgo nuclear, químico y biológico en el planeta.
A lo largo de 2023, relata el Informe de Seguridad Nacional, grupos de trabajo del Comité se han centrado en el Plan Nacional de Biocustodia, en crear un protocolo para que se coordinen los ministerios en la interceptación en puertos y aeropuertos de armas de destrucción masiva, y en elaborar un cuadro de indicadores de riesgo asociados a la proliferación de ese tipo de armamento.
Está en proceso de redacción una Estrategia Nacional contra la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva
Actualmente, el CENP redacta una Estrategia Nacional contra la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva, cuya edificación se espera para este año, en el mismo plazo que la de una nueva Estrategia de Seguridad Marítima, en un periodo en el que, desde el sabotaje del NordStream II, han crecido los ataques a infraestructuras submarinas europeas.
Amenazas
En un retrato más concreto de los llamados “riesgos y amenazas a la seguridad nacional”, el informe del DSN los agrupa en 16 categorías, capítulos que abarcan desde el terrorismo y la radicalización violenta hasta los efectos del cambio climático, pasando por la vulnerabilidad espacial, o también la del ciberespacio, los flujos migratorios, el espionaje y las injerencias desde el exterior o el crimen organizado.
En materia de terrorismo, considera el DSN que el riesgo no ha disminuido, solo se ha diseminado: “El reiterado descabezamiento de las cúpulas de Daesh y de Al Qaeda no ha conseguido acabar con estos grupos, que actúan de manera más descentralizada que en años anteriores”, asevera el informe.
A lo largo de 2023 se registró en España un «incremento de sobrevuelos de drones sobre bases militares”.
El DSN detecta además nuevos peligros en el espacio aéreo controlado por España. Y no es una previsión o una conjetura a futuro, sino una realidad constatada en 2023, año en que se han anotado en España “eventos de lanzamientos de satélites comerciales desde plataformas aéreas con cruce de espacio aéreo controlado, eventos de reentrada en la atmósfera terrestre de restos de lanzadores de satélites, sobrevuelo de globos aerostáticos sin control y el incremento de sobrevuelos de drones sobre bases militares”.
Pero no solo fanáticos y robots voladores representan una amenaza. También la coyuntura económica internacional lo es, a juicio de los autores del informe. A causa de las guerras de Ucrania y Oriente Medio, el trabajo del DSN no descarta “una nueva subida de los precios de la energía” y “nuevos riesgos de repuntes en el precio del petróleo, resultado del recorte de la producción de la OPEP y la recuperación de China”, con impacto sobre los precios “retrasando la vuelta de la inflación al objetivo de medio plazo y alargando el horizonte de altos tipos de interés”.
Espías
Destaca en el Informe Anual de Seguridad Nacional una llamada de atención del CNI acerca del aumento de actividad de los servicios de inteligencia extranjeros sobre España. Durante la pandemia de covid, esa tensión se elevó hasta el máximo registrado hasta ahora, y descendió hasta mínimos inéditos en 2022, pero en 2023 se ha situado en tasas similares a las de 2020.
La disminución de 2022 tiene explicación. Los autores del informe creen que fue útil la decisión de expulsar de España a 27 diplomáticos rusos en el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania. “Estas expulsiones disminuyeron significativamente su capacidad de operar sobre territorio europeo, lo que repercutió en una disminución notable del índice de actividad de los servicios de inteligencia extranjeros en España”, relata.
En el capítulo dedicado a abordar las campañas de desinformación se habla del Kremlin, una vez más, como motor de la lluvia de bulos. En el caso de España, Moscú “se centra en tratar de difundir una imagen distorsionada de la migración en el Mediterráneo y de la situación en Ceuta y Melilla”.
Pero no se trata solo de Rusia. Dice el DSN que “los medios oficiales chinos y sus propagandistas en redes sociales en castellano han amplificado muchas de las narrativas prorrusas«, con mensajes «basados en expresar un rechazo a EEUU y al orden internacional vigente”.
El informe cuenta 83 incidentes de desinformación de origen ruso y 12 chinos el año pasado. Entre esos, varios destinados a “crear desconfianza” en los procesos electorales en España.
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