En los lineales de los supermercados todavía se pueden ver garrafas de aceite con alarmas. El precio del aceite mantiene la tendencia alcista, con un incremento de media del 74,5% respecto a la misma semana de la campaña anterior y del 176% en comparación con los últimos dos años, según los datos recogidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Y este año no se esperan sorpresas, al menos si continúa la sequía. «Hasta entonces, el alza en precios se mantiene sin perspectivas de cambio«, afirma María Ángeles Piñero, coordinadora de analistas de la zona sur de Solunion España, en un informe de la compañía sobre el sector oleícola español. Si las lluvias finalmente llegaran, «habría una relajación de precios a partir de mayo o junio por temor de los agricultores a una mayor producción y consecuente bajada de precios y valor de existencias». Es la segunda campaña que registra el sector con baja producción y con un alza de cotizaciones de los precios finales que no se habían visto hasta ahora.
La previsión se basa en los datos de producción del sector. Para la campaña actual se espera un 15% más de producción, hasta las 765.000 toneladas, pero aún un 34% por debajo de la media de los últimos cuatro años. Sin embargo, las existencias serán un 48% menores (257.000 toneladas) en comparación con la media de las últimas cuatro campañas, por lo que se espera un incremento de las importaciones para poder abastecer la comercialización. En términos de volumen, este año las importaciones de aceite de oliva se mantuvieron estables, incluso ligeramente inferiores a la cantidad importada en una campaña de producción media o alta como la anterior. Se debe a factores como la prohibición indefinida impuesta en agosto de 2023 a las exportaciones de aceite de oliva a granel en Turquía o a la fuerte subida de aranceles a la exportación en Marruecos desde octubre de 2023, pero el elevado nivel de existencias de la campaña de 2021/2022 consiguió mantener el nivel de importaciones y que la comercialización desde España supere la producción.
No ha ocurrido lo mismo con las exportaciones. Las ventas internacionales del ‘oro líquido’ español cayeron un 34% en la última campaña por el contexto de altos precios, donde el incremento alcanzó el 74,4% hasta los 6,8 euros/ litro. «Las ventas de aceite envasado han tenido una mayor fidelidad en el exterior en contra del granel, sometido a una mayor influencia de la evolución del precio», apunta Piñero. Aun así, en mercados emergentes y en países con menor poder adquisitivo e inferior conocimiento de este producto, como los asiáticos, se ha observado una elasticidad de la demanda del aceite de oliva al precio. Por ejemplo, en China cayó el volumen de ventas un 74% a septiembre de 2023 y en Corea del Sur este descenso fue del 65%.
Las marcas blancas se encarecen
En la disputa entre las marcas de aceite de oliva, los distribuidores no han sufrido un descenso de ventas acusado por el incremento del precio de la marca blanca. La brecha media entre ambos tipos de envasado cayó del 12% al 9%, y de ellos, el aceite de girasol ha sido el principal beneficiado de la escalada por su abaratamiento en el último año. «Las empresas marquistas están gestionando las promociones de cara a atraer oferta y mantener las cuotas, intentando salvaguardar el margen unitario», remarca el informe.
Noticias relacionadas
En medio de una espiral de costes, las compañías industriales, principalmente las envasadoras, están afrontando un complicado traspaso de precios a la distribución debido a la caída de volúmenes y márgenes operativos. A estas dificultades se une el fuerte aumento de los costes financieros por las subidas de los tipos de interés al 4,5% en la eurozona y a la mayor necesidad de financiación de circulante. Al mismo tiempo, se ha observado un crecimiento en el último año del nivel de impagos debido al incremento del precio del aceite en origen, pero con un volumen bajo mantenido respecto a la media.
La prolongación de la sequía, junto a las altas temperaturas y a los fenómenos meteorológicos extremos, han provocado la evolución del sector hacia los altos precios que se ven actualmente en los supermercados, ya que el 76% de la superficie está compuesta por explotaciones de secano. Al clima adverso se le unen otros factores negativos, como el envejecimiento de los agricultores y la falta de relevo generacional. El informe señala que «la apuesta por cultivos de regadío e intensivos mejoraría la eficiencia productiva y evitaría fluctuaciones productivas». De esta manera, se podría llegar a producir en una hectárea la misma cantidad de aceitunas que en 5 hectáreas de plantaciones tradicionales.