Tras tres días de elecciones, el poder ruso está de celebración este lunes. Ya con el 100% de los votos escrutados, presentó la alta participación, de un 77% como un gran éxito del presidente Vladímir Putin, apoyado por el 87% de los votos emitidos. Ignorando por sistema las acusaciones de fraude y de falta de oposición real de la disidencia en el exilio y países occidentales, el Kremlin se ve legitimado para seguir luchando en Ucrania en su guerra contra un país que consideran una «amenaza» y un país «neonazi».
Más allá de la euforia por los resultados entre los partidarios de Rusia Unida, la formación política del presidente, no hay descanso, por ahora. Y es que este lunes es el décimo aniversario de la anexión ilegal de la península de Crimea, reconocida como parte de Ucrania por la comunidad internacional. Ante un blindaje reforzado –nada puede arruinar el gran día– miles de rusos ha acudido al concierto-mitin patriótico que conmemora la efeméride.
Uno de los que quiere participar es Dmitri, que ha salido de casa vestido según mandan los cánones para una «tarde patriótica«: ondea una gran bandera naranja y negra con el rostro de Putin y lleva una gigantesca «Z» de apoyo al Ejército a la espalda, cuál jugador de fútbol. Lamenta que no ha podido entrar porque «había mucha gente» y asegura que es muy importante para él la jornada de hoy «por todo el simbolismo». Considera que la anexión de Crimea fue un «primer paso para recuperar lo que fue ruso en el siglo XX y así volver a ser lo que fue Rusia en el pasado». Con algo de ironía añade: «Ojalá en el futuro podamos contar con el apoyo de España» en la arena internacional.
En el evento, para el que era necesario contar con una entrada, colaboran muchos voluntarios. A pesar de la clara vertiente política del evento, uno de los voluntarios, Vladímir, explica que él es «totalmente apolítico» y si se le pregunta qué simboliza Crimea para él, escuetamente dice «un lugar cálido».
Este mismo lunes el ministro de Defensa salió a lucir los resultados entre los militares que están luchando en la «operación militar especial», tal y como aún siguen llamando a la guerra en el Kremlin. Según sus datos, el 99,27% de los soldados que participaron en los comicios desde el frente dieron su confianza al líder ruso una vez más, que aspira a superar a Ekaterina la grande como uno de los jefes de Estado con más tiempo en el poder. Si en 2030 se presentara habría estado 36 años al timón, más que la mayoría de zares y líderes de Rusia.
En su celebración del domingo por la noche, el líder ruso, además de agradecer la «confianza» que los rusos han depositado en él, habló de Alekséi Navalni. Era la primera vez que pronunciaba su nombre en público en los últimos 11 años, antes solía ningunearle con apelativos como «ese individuo» o «esa persona de la que usted me habla». En el mismo discurso agitó una vez más la amenaza de un conflicto de grandes dimensiones. Si Occidente envía tropas a Ucrania, eso «nos colocaría a un paso de una tercera guerra mundial a gran escala», algo que, señaló, «no interesa a nadie».
Comentarios de la «oposición» agradecida
Los candidatos de la oposición sistémica, aquellos que sí pudieron presentarse a los comicios para sumar entre los tres cerca de un 11% de los votos, felicitaron al presidente ruso entre la noche del domingo y la mañana del lunes. Leonid Slutski, el candidato del partido LDPR, ultranacionalista, declaró que considera una victoria lo que obtuvo en las urnas. Su 3,2% fue el apoyo más bajo del resto de candidatos, que lograron un 3,85% (Vladislav Davankov) y 4,31% (Nikolai Jaritónov). Su formación quedó la segunda en regiones como Chechenia (0,5%), Primorie (4,07%) o Tiumén (3,21%), muy por debajo de Putin, que no bajó del 79% en ninguna región de Rusia e incluso se acercó al pleno en Chechenia, con un 98,99%.
«Estoy satisfecho con el resultado de estas elecciones. Lo reconozco sinceramente, las preveía así y las considero una victoria», fueron sus palabras ante la agencia de noticias rusa TASS. Él mismo admitió que casi vota por Putin, aunque finalmente lo hizo por sí mismo. Argumentó que «como nunca antes, lo principal no es la victoria, sino la participación».
«No hay duda, por supuesto, de que Vladímir Vladímirovich Putin es el ganador. Pero lo importante para nosotros es que pudimos presentar nuestro programa», apuntó por su parte Davankov, el candidato del partido liberal Gente Nueva, usando el nombre completo y patronímico del presidente para expresar aún más respeto por el líder ruso, según marca la tradición eslava. Es la única formación que se estrenó en dichos comicios aunque como el Partido Comunista de la Federación Rusa y el LDPR, se pelearon por las migajas electorales.
El comunista Jaritónov sintetizó más su comentario y felicitó en persona al líder ruso, además de expresar la voluntad de hablar con el dirigente para solucionar algunos problemas relacionados con la vivienda que preocupan a su base electoral.