Alcanzar una candidatura de unidad siempre es complicado. PP y Ciudadanos llevan tiempo explorando vías de entendimiento que nunca llegan a buen puerto. Hubo una excepción, la coalición del País Vasco en 2020, con un resultado limitado y que dejó demasiadas heridas abiertas. Las relaciones se siguieron deteriorando en cada pacto autonómico y los puentes terminaron prácticamente rotos. En los últimos meses algo se ha vuelto a reactivar. La ofensiva conjunta en Europa -donde Ciudadanos tiene su último gran resquicio- contra la ley de amnistía, con mucha más colaboración de la que en ocasiones trasciende, ha ido acercando posturas. Ahora, el adelanto electoral en Cataluña, lo ha acelerado todo.