Gerald Brenan publicó en 1943, apenas cuatro años después del final de la Guerra Civil y en medio de la gran matanza de la Segunda Guerra Mundial, “El laberinto español”. Aunque en el momento de ver la luz, el texto ya adolecía de errores de percepción que lastraban sus conclusiones, la obra fue sin duda uno de los más preclaros y honestos intentos de explicar las razones del atraso español y su historia de enfrentamientos a lo largo del siglo XIX hasta llegar al peor y más cruel en el primer tercio del XX, alejándose de los tópicos que habían empañado secularmente la visión de España. Cuarenta años después de su presentación, los estudiantes de Historia todavía teníamos “El laberinto” de Brenan como referencia de lectura obligada, por muy superados que estuvieran muchos de sus presupuestos. Y salvadas las enormes diferencias entre aquella España que el hispanista estudió, analfabeta, profundamente desigual y con la Iglesia y el Ejército como principales actores, y la España moderna y europeísta de la actualidad, lo cierto es que otros cuarenta años después nos encontramos, políticamente, en un nuevo laberinto.