En el caso del Real Zaragoza, está claro, cualquier tiempo pasado fue mejor. El abrasador infierno en el que el equipo aragonés lleva instalado desde hace once años escuece aún más cuando el zaragocista echa la vista atrás para recordar años de grandeza. Y este domingo se cumplían 20 años de la noche en la que el Zaragoza y el zaragocismo tocaron juntos de la mano una gloria que ahora está a años luz. Fueron apenas un par de minutos, pero suficientes para que la nostalgia dejara entrever alguna lágrima. Años maravillosos.
Tras recibir, en las entrañas del estadio, el homenaje privado del club, los héroes que derrotaron a aquel Real Madrid de los ‘Galácticos’ hicieron acto de presencia sobre ese césped que tantas veces besaron para recibir el cariñoso tributo de una afición que rescató un cántico olvidado: «campeones, campeones», gritaba La Romareda mientras recibía a Víctor Muñoz, Láinez, Movilla, Cani, Galletti, Gaby Milito (estos dos últimos llegados desde Argentina), Pablo Díaz, Jesús Muñoz, Espadas, Valbuena o Drulic, entre otros, para representar a los últimos conquistadores. Aquellos que llevaron a las vitrinas los dos últimos trofeos (la sexta Copa del Rey tras vencer al Madrid con aquel gol de Galletti y la Supercopa posterior).
Faltaban muchos, y hubo quien prefirió no saltar al césped, pero su presencia sirvió para rescatar aquella grandeza que, hace ya demasiado, lució un club que acumula demasiado tiempo buscando el camino correcto para escapar de esa mediocridad.
El aplauso fue unánime. También de los actuales jugadores zaragocistas. La Romareda cerraba los ojos. Y lloraba.