Hay muchas “Dénias” en Dénia. Las historias más fascinantes surgen en lugares insospechados. En la playa de les Marines, entre urbanizaciones, existe un lugar con un don maravilloso. Ese don es el de la autenticidad y el de vivir ajeno a las modas. Los gustos y la estética vienen y van. El hotel Rosa permanece. Lo abrieron en 1970 Rosario García Hermo y Michel Kessous. Aquel primer hostal de 5 habitaciones en el que se comía de fábula es hoy un hotelito en el que se respira hospitalidad verdadera. La decoración es clásica y tiene perfectos toques naíf. Los fundadores y ahora sus hijos, Patrick y Corinne, saben que este hotel es singular, distinto a todos.
Rosario, que ahora tiene 80 años y que sigue disfrutando del día a día de un establecimiento con una clientela fidelísima (algunos huéspedes llevan 30 años pasando en el hotel sus vacaciones), fue una de las grandes pioneras de la gastronomía de Dénia. Su cocina mediterránea con sutiles influencias francesas conquistó a los dianenses y turistas. Hizo cocina fusión antes de que existiera el concepto. Rosario es el alma del hotel Rosa.
El ciclo “Casa meua és casa teua”, creado por Els Magazinos y cerveza Turia para homenajear a las familias que llevan 30 años o más sacando adelante negocios de hostelería en Dénia y la Marina Alta (una proeza, desde luego), hace ahora parada en el hotel Rosa. Este jueves tendrá lugar allí una cena en la que se servirá uno de esos menús que han convertido este establecimiento en referencia del “savoir faire” culinario.
Cuenta Patrick que sus padres descubrieron Dénia durante sus vacaciones de 1968. Vivían en Francia. Un amigo les reveló que Dénia era el lugar más bonito del mundo. Lo quisieron comprobar con sus propios ojos. Llegaron y no encontraron hotel. Unos vecinos les alquilaron una habitación en el puerto. Se quedaron un día, y otro, y otro… No veían el momento de marcharse. “Pasaron la mayor parte de sus vacaciones en Dénia”, afirma Patrick.
La ciudad les sedujo. “La gente era muy amable y acogedora. Luego estaba la belleza de las playas y del centro histórico y el castillo. Los guisos marineros y los arroces nos entusiasmaron. Y la ciudad estaba rodeada de narajos”, rememora Rosario. Ella, que es originaria de El Bierzo (León), trabajaba en Francia de auxiliar de enfermería y de matrona. El matrimonio decidió montar un pequeño negocio en Dénia. En 1970, abrieron un hostal de 5 habitaciones con restaurante en la entonces inmensa y virgen playa de les Marines. El pescador Morell, que varaba su barca en la playa, les llevaba doradas, meros y langostas recién capturados. Rosario había aprendido técnicas culinarias francesas. Hizo fusión antes de que existiera el concepto. Aderezó la cocina mediterránea con suaves salsas de la gastronomía francesa. Esos platos ganaron en matices. Su lenguado a la meunière es antológico. También elaboraba entrantes y postres exquisitos. A los dianenses y los turistas esa cocina les conquistó. El restaurante empezó a funcionar de maravilla. No obstante, aquellos primeros años el hostal solo estaba abierto en verano.
Aquel humilde negocio es hoy un hotel de 38 habitaciones con una esencia muy especial. La decoración clásica no significa que sea un establecimiento demodé, ni mucho menos. La cocina está equipada con moderna tecnología. Es básica para mantener una propuesta de cocina casera de verdad y absolutamente honesta. “Hasta las mermeladas y las magdalenas las hacemos nosotros. Aquí no hay alimentos de quinta gama”, destaca Patrick. “Esa es la actitud que nos guía. Todo lo elaboramos nosotros”.
Pasión y mucho trabajo
Esa actitud es la que infundió Rosario. “A los hosteleros de entonces nos apasionaba lo que hacíamos, pero también hemos trabajado muy duro. Entre nosotros siempre ha habido un gran respeto”, destaca. Subraya también que es “emocionante” que el ciclo de “Casa meua és casa teua” saque a la luz las historias de estas familias pioneras de la gran gastronomía de Dénia y de la Marina Alta.
Este hotel es otro mundo. Ha atrapado el sosiego de aquella Dénia del primer turismo. A muchos de los clientes les deslumbró también la ciudad y, tras su estancia en el hotel Rosa, decidieron comprarse casa. Este establecimiento ha sabido contagiar el amor por Dénia. Cuenta, además, con clientes fidelísimos.
El mural de cerámicas de Manises, la arquitectura clásica, la decoración con mármol y madera y con detalles de elegancia sencilla e incluso algún capricho naíf le confieren a este hotel un carácter especial e inimitable. Es lo que tienen las historias verdaderas. Son únicas. El Hotel Rosa transporta a ese tiempo en el que les Marines era una playa virgen e inmensa y la ciudad estaba perfumada por el azahar de los campos de naranjos. Esa Dénia sigue viva en el hotel Rosa. Y esa Dénia sabe a la cocina creativa con esencia de Rosario, una mujer que es un ejemplo formidable para las nuevas generaciones de hosteleros y hoteleros.