El cofundador y CEO de Sateliot, Jaume Sanpera (Manresa, 1966), todavía no conoce todos los usos que su tecnología puede llegar a tener. Pero confía en ella. Su equipo ha estado desarrollándola durante seis años, «a pulmón», sin facturar ni un euro. A menudo se sorprende ante las ocurrencias de algunos de sus 350 clientes, repartidos por más de 50 países. Su empresa les dará conectividad, pero son ellos los que encuentran las utilidades, a cada cual más curiosa, de conectar objetos -y hasta animales- a una red 5G. Desde buscar a una vaca perdida en el campo hasta controlar el estado de los mangos que viajan desde Colombia. Con estos clientes, de perfiles variopintos, tiene firmados contratos por valor de 187 millones de euros. Antes, incluso, de haber puesto en marcha su servicio.
La tecnología que da sentido a Sateliot se basa en la internet de las cosas -internet of things (IoT)-. Con ella, serán capaces de conectar cualquier dispositivo, a través de sensores, en cualquier lugar del mundo. Lo hacen mediante satélites, que son el corazón de la compañía. Lanzarán cuatro antes de verano, sin más detalles en cuanto a la fecha. A modo de curiosidad, desvelan que despegarán a las 10.30 horas de la mañana, por motivos técnicos. Y saldrán desde Vandenberg (California, Estados Unidos). Con ellos conectarán cerca de siete millones de dispositivos, entrando así en la fase comercial de la compañía. Lo hacen con una estrategia concreta: ir más allá de las grandes ciudades y centrarse en garantizar conectividad en los territorios que todavía no la tienen, o donde es muy débil. Y a precios bajos.
Nueva industria aeroespacial
Los satélites de Sateliot no son convencionales. Persiguen diferenciarse de la vertiente más clásica del sector, que utiliza satélites grandes y muy costosos de producir. Su apuesta se enmarca dentro del New Space (Nuevo Espacio), una evolución de la industria aeroespacial que quiere transformarla y que se garantiza capaz de democratizar el espacio. «Gracias a ella, con poco dinero puede colocarse a una compañía de telecomunicaciones por satélite en el plano internacional», cuenta Sanpera.
Hay un nombre ineludible cuando se habla de New Space. El de Elon Musk, con su SpaceX, que elucubra con la colonización de Marte. «Ha sido él quien ha abierto el sector con su empresa», prosigue el CEO. Y ahora «los grandes operadores están en una situación incómoda, porque la competencia ha cambiado». Antes, cuando un gran operador lanzaba un satélite, «ya tenía todo su servicio vendido, pero ya no es así», concluye.
Inversión pública
Para avanzar en la industria se necesita, sin embargo, apoyo de la Administración pública. En este sentido, Estados Unidos vuelve a estar en primera posición, pero países europeos como Francia, Italia y Portugal también están apostando con fuerza por ello. «Invierten mucho más que España», subraya el fundador de Sateliot. «Este es un sector muy global, en el que competimos todos con todos», insiste.
Partiendo de esta nueva concepción de la industria, Sateliot se decanta por satélites mucho más pequeños y ligeros. Miden 20 x 10 x 30 centímetros, un tamaño algo más grande que el de un microondas, pero son planos. Pesan 10 kilos, aproximadamente, mientras que los tradicionales pueden llegar a pesar cientos. También son mucho más rápidos de producir. Si antes se necesitaban 15 años para fabricar un satélite, ahora puede hacerse en 12 meses. Además, orbitarán más cerca de la Tierra, a 500 o 600 kilómetros, por lo que el coste de lanzamiento es más bajo. Y tienen una vida útil de cinco años, mucho más corta, sabiendo que el sector tecnológico avanza a marchas forzadas y que lo que hoy funciona no va a ser lo más operativo mañana. Una vez termine la misión, serán vaporizados. De esta forma no se convertirán en basura espacial.
«Antes, la cadena estaba integrada: los satélites, las antenas, los sistemas… todo lo hacía una misma compañía. Ahora, tú diseñas, y alguien te hace las baterías, el sistema de control, los paneles solares… Se reduce el coste porque se trabaja a economía de escala«, detalla Sanpera. De momento, han lanzado dos satélites a modo de prueba. Y aseguran que han cubierto sus expectativas.
Con ADN gallego
Los fundadores aspiran a posicionar su compañía como la firma española que abra camino a nivel mundial a través de esta renovada industria. Y es que la empresa tiene sede en Barcelona, pero también en San Diego. Los satélites que utilizarán nacen en Pontevedra de la mano de Alén Space, una spin-off de la Universidad de Vigo que se dedica a diseñar, fabricar y operar pequeños satélites. Y algunas de las pruebas necesarias para conseguir la autorización y lanzarlos, se llevan a cabo en la Universidad Carlos III de Madrid.
El CEO necesitó una figura técnica para desarrollar el proyecto, y la encontró en Marco Guadalupi (Bríndisi, Italia, 1974), ingeniero de telecomunicaciones, cofundador y CTO de la compañía, «socio y amigo». Ambos habían trabajado juntos y, en 2018, se lanzaron a la piscina con Sateliot. Comenzaron siendo dos y ahora tienen un equipo de 55 personas, más de la mitad de las cuales son ingenieros. La mayoría, muy jóvenes. «Muchos son españoles que se habían ido a trabajar fuera, porque en el extranjero hay más oportunidades. Pero siempre quieren volver. Algunos, hasta reduciendo su salario», destaca Sanpera.
25 millones en juego
El proyecto de Sateliot nació gracias al capital privado de los dos socios fundadores. Desde entonces, han levantado 25 millones de euros, 13,5 de los cuales el año pasado. Seis de estos últimos proceden de un préstamo de Banco Santander. Otros cinco millones corresponden a una nota convertible, y los 2,5 millones restantes los ha aportado la Generalitat de Catalunya, a través de la empresa pública Avançsa.
Antes de 2023, ya habían lanzado una ronda de financiación Seed de 2,5 millones de euros; luego una Serie A de 10 millones. Y este año cerrarán una Serie B que les ayudará a empezar su fase comercial. Sanpera no quiere desvelar de cuánto será esta última ronda. Porque, paralelamente a las negociaciones de la ronda, está recibiendo ofertas de financiación por parte de organismos públicos, que pueden llegar a ser más interesante para la empresa. Sin dar demasiados detalles, la compañía asegura que en su financiación han participado bancos, administraciones públicas, venture capital, family offices y business angels.
Prácticamente, la totalidad del capital de Sateliot es español. Cuentan, además, con tres socios destacados. Indra tiene el 10,5% de la compañía, Sepides -grupo empresarial perteneciente a la SEPI- controla 4,69% y Cellnex es propietaria del 3,5% de la misma. La compañía insiste en que, según su plan de negocio, facturará 500 millones de euros en 2027 y 1.000 en 2030, con más del 60% de ebitda. Se convertiría, por lo tanto, en una nueva empresa unicornio española.
El plan de Sateliot
Sanpera tiene un plan. Conectarse a tiempo real es la meta. Pero no comenzará por ahí. Los cuatro satélites que lanzarán este año al espacio podrán emitir uno o dos mensajes al día. ¿Y por qué cuatro? Porque son los mínimos que se necesitan, según los cálculos que han realizado, para dar cobertura a cualquier punto del planeta. Un mensaje al día puede no ser demasiado efectivo si se necesita saber constantemente qué está ocurriendo con el dispositivo conectado. Pero si se trata, por ejemplo, de la localización de una red de pesca, quizá no haga falta más. Por eso, Sateliot apunta en primer lugar hacia sectores como la agricultura, la ganadería y la pesca. Y, más concretamente, hacia las zonas rurales. «La conectividad es un derecho, es necesaria para el desarrollo. Si no se digitalizan, estas zonas quedarán excluidas del desarrollo global», insiste Guadalupi.
Según el plan que Sateliot ha previsto, en 2025 se lanzarán 12 satélites más al espacio, contribuyendo a dar forma a la constelación. Así, la Tierra recibirá un mensaje cada hora. En 2026, habrá 60 satélites más en el espacio y, entre 2027 y 2028, con 108 satélites orbitando, se podrán enviar mensajes desde el espacio en tiempo real. Todos los satélites evolucionarán año tras año; ninguna remesa será como la anterior, sostienen los fundadores. Fabricarlos cuesta entre 700.000 y 800.000 euros, y lanzarlos al espacio, alrededor de 300.000 euros.
Los satélites de la compañía darán cobertura a través de sensores que se instalarán en los dispositivos de los clientes. Y en estos sensores no hay secreto: podrán producirse en masa, porque son los mismos que ya se usan en ciudades como Barcelona o Madrid. Utilizan una tecnología conocida como NB-IoT que los conecta a una red de baja velocidad, bajo consumo y, por lo tanto, también bajo coste. «Por eso este negocio es tan escalable, porque no tenemos que desarrollar el equipo. Nuestros clientes podrán comprarlo donde quieran. Por solo 10 euros tendrán un sensor. Sale a cuenta«, afirma Sanpera con seguridad.
Aplicaciones curiosas
Todo esto permite aplicaciones de lo más singulares. Los empresarios explican, por ejemplo, que la industria naval se ha interesado en su producto. Es común que los barcos pierdan contenedores en alta mar, que caen por la borda, y luego es muy difícil encontrarlos. Si estos contenedores estuvieran sensorizados, se facilitaría su búsqueda. «Y tendrían que pagar menos por los seguros que los cubren, porque la posibilidad de pérdida sería menor», añade Guadalupi.
Otro ejemplo. Los buitres son los primeros que acuden al lugar cuando se produce la caza furtiva. Así que las ONG intentan tenerlos a ellos controlados para detectarla en los territorios donde es más común, como en la selva del Amazonas. Si se sensorizaran, sería todavía más fácil saber dónde están. Así, al menos, lo defiende Sateliot. Igual que a los animales que pastan libres por los montes. Algunos se pierden, otros se enferman y contagian a los demás. Sensorizados, sería menos costoso dar con ellos.
Sin medias tintas
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Sanpera es un emprendedor nato que ya en 2001 se hizo un nombre en la industria de las telecomunicaciones con la puesta en marcha de Eurona, operadora de internet que también utiliza tecnología satelital. Así que conoce sobradamente las bondandes del sector, pero también los riesgos. «Lo complicado de esta industria es que hay que invertir antes. Pero tenemos claro que, de IoT, habrá solamente tres o cuatro constelaciones de satélites en todo el mundo», explica en un encuentro con los periodistas organizado en Vigo.
De hecho, la empresa se presenta como la primera en operar una constelación de órbita terrestre baja 5G para IoT. E insiste en que esto contribuirá a «democratizar» la industria. Y es que «no habrá punto medio. Un proyecto como el nuestro, o tendrá éxito y facturará esos 1.000 millones o, directamente, no será», pronostica Sanpera.