La exigencia en el deporte es lo que hace que un equipo se convierta en especial y de eso sabe el Odilo Cartagena de Jordi Juste. El comienzo de temporada marcó el listón para los del Cebé. Tantas victorias de forma consecutiva no solo generaron unas extraordinarias ganas de los rivales de ganarles, también supuso una búsqueda de la excelencia en cada partido. Lo hicieron y lo podían seguir haciendo. Ganar para ellos no era suficiente.
La Copa fue para ellos un premio envenenado y no precisamente por un mal hacer del equipo, pero a veces pasa que caer hace daño porque rompe una ilusión y los deportistas son humanos. El Odilo encadenó semanas de muchas bajas, de viajes incómodos, e incluso en algún momento se perdió la semilla que les había llevado al éxito.
Vuelta a los orígenes
A pesar del bache, el equipo nunca dejó de competir, ni su técnico de intentar volver a las sensaciones y ante el Prat, que venía de ocho victorias, han vuelto los superhumanos de Juste. Han vuelto a divertise y a divertir al público que se ha volcado en ayudar, porque han peleado como jabatos para sumar un triunfo importante.
Han superado los momentos difíciles siendo un bloque unido, recuperando la confianza pero centrados cada uno en su labor y ayudando al compañero. La humildad en la mentalidad y la brillantez en la técnica de un equipo muy trabajado.
Lucha con ventaja
20-16 acabó el primer parcial en un choque precioso de ver para el espectador. El segundo cuarto se decantó en favor de los catalanes y se marcharon al descanso 37-41. En la segunda mitad volvieron los de casa a jugar con la naturalidad que había faltado en otros triunfos. 56-53 y diez minutos por delante muy emocionantes que acabaron con el definitivo 72-67.
Sumada la victoria a la derrota del Ibiza les deja margen de error. Llevan dos triunfos más, a falta de 3 partidos para atar la primera plaza.