Eso es lo que se decía en Portugal sobre el vecino que le ha dado la espalda desde que en 1640 los lusitanos recuperaron su independencia frente a Felipe IV (Felipe III de Portugal). El enfado real con súbditos tan díscolos fue tal que el rey ordenó que la maravillosa iglesia de San Antonio de los Portugueses, en el madrileño barrio de Malasaña, pasase a llamarse San Antonio de los Alemanes y así sigue hasta hoy aunque su decoración sea más portuguesa que el mismo Benfica. ¡Para que aprendan!