Un padre agobiado no es un buen padre, aunque los padres agobiados gocen de buena consideración. El agobio tiene un prestigio absurdo. Creemos que es propio de la gente responsable. Sé de lo que hablo porque he sido una persona agobiada toda la vida. Toda la vida de Dios y toda la vida del diablo. Fui un niño agobiado, un adolescente agobiado, un joven agobiado, un adulto agobiado… Mis jefes siempre me han tenido en consideración porque, cuando debía entregar un trabajo el martes, lo presentaba el lunes. Y cuando quedaba a las siete, llegaba a las seis. Ahora, con la perspectiva que dan los años, les digo a mis hijos que no se agobien. Ellos me dicen que no me agobie yo, que el agobio que veo en ellos es un reflejo del mío.