El Gobierno balear de Francina Armengol alcanzó una precisión casi coloquial, al detallar la identidad y los contactos con los intermediarios de la venta de mascarillas en plena pandemia. La única adjudicación rodeada de discreción absoluta corresponde a la trama de Koldo García, que recibió 3,7 millones en la Resolución del órgano de contratación del Servicio de Salud, sin una sola precisión sobre la forma en que se había recibido la oferta. Ni siquiera se especificó la cantidad de producto que justificaba el desembolso millonario, sintetizada en un avión repleto de mascarillas.
Juli Fuster firmó el cuatro de mayo de 2020, en su calidad de director general del Servicio de Salud, la adjudicación de cinco contratos de material sanitario mediante la tramitación de emergencia. El total adquirido asciende a unos treinta millones de euros, y el ente del Gobierno balear se detiene con notable familiaridad en los contactos mantenidos con el Bufete Lafuente, con Jennifer Zhang o con Paco Calatayud, mallorquín residente en China del que se aporta un perfil biográfico. A cambio, ni una sola mención al método seguido para establecer una relación de compraventa con Soluciones de Gestión, la sociedad intermediada por Koldo desde su despacho de asesor del ministro José Luis Ábalos.
El director general del Servicio de Salud se siente incluso obligado a destacar la fecha de contacto, «el 17 de marzo», con «la abogada Wei Jang, asociada al bufete Lafuente abogados, para que nos hiciera de intermediaria con la comunidad china para comprar material sanitario». Se requieren hasta dos folios para especificar la evolución de los contactos que se concentraron en «cuatro envíos de material de 17 toneladas». Por comparación, el contrato con la trama de Koldo solo ocupa siete líneas, sin mencionar ni un solo nombre propio.
Fuster también se felicita en una segunda contratación de que «a través de Jennifer Zhang, nos puso en contacto con Hardrodt Shanghai Solutions, también de manera altruista y gratuita». La generosa intermediaria era presidenta del China Club Spain y, aunque hablaba a menudo de «donaciones», su envío se valoró en 1,9 millones de euros. La ejecutiva turística había denunciado la proliferación de intermediarios. Su oferta era concreta, frente al material impreciso y fraudulento que sirvió Soluciones de Gestión.
El director general tampoco ahorra comentarios a la hora de acordar la contratación «del tercer intermediario que conforma el entramado de pedidos del Servei de Salut a China». Se trataba «de un empresario mallorquín, Paco Calatayud». Se añadía que «a fecha de hoy se encuentra asentado en Shanghai, y es el propietario de una empresa que se dedica a importar equipamiento para hoteles».
Calatayud está ligado biográficamente a Michael Douglas y a Jaume Matas, prácticamente los únicos datos de su currículum que están ausentes de las minuciosas consideraciones que el IB-Salut considera pertinentes antes de proceder a la adjudicación. Una vez más, se necesitan casi dos folios para detallar los encargos. Pese a que la trama de Koldo también importaba su material inútil desde China, el Govern de Armengol no sentía ninguna necesidad de avalar su funcionamiento y solvencia.
La precisión contable sigue siendo exhaustiva al contratar a Tyrval Import Export. En este caso no se aportan nombres propios, al tratarse de una empresa especializada en el mercado sanitario, que avisa desde un primer momento que «todos nuestros productos cuentan con las certificaciones y documentación legal». Soluciones de Gestión no cumplía ninguno de estos requisitos, y el Gobierno de Baleares fue un cliente exquisito que tampoco se preocupó de preguntar.
El mito de los cientos de llamadas Cinco contratos para veinte millones de mascarillas
La estrategia de defensa mutante del PSOE enfatiza que la pandemia fue también un pandemónium de propuestas de compra surgidas de las fuentes más imprevistas. El caótico «todo el mundo llamaba ofreciendo material sanitario» no concuerda con la placidez de la «Resolución del órgano de contratación del Servicio de Salud».
Las innumerables llamadas que en teoría se amontonaban en la conselleria quedan reducidas a cinco adquisiciones concretas, en el escrito definitivo firmado el cuatro de mayo de 2020 por Juli Fuster. En ningún momento se advierte la presión de una infinidad de proveedores teóricos. Al contrario, el quinteto de empresas beneficiadas con casi treinta millones procedentes de los fondos europeos sirvieron unos veinte millones de mascarillas. A dos meses del inicio de la pandemia, parece una cifra tranquilizadora, y que no se compadece con la situación apocalíptica que describen hoy los miembros del Gobierno balear de Armengol.
El mito de los cientos de llamadas que impedirían una criba adecuada tampoco cuadra con la actitud mucho más selectiva mostrada por Castilla-La Mancha, Aragón, Valencia o Asturias, por citar a algunas de las comunidades que rechazaron los servicios de Koldo.