Xavi se volvió loco con el gol de Fermín, que le abrió el camino de los cuartos de final de la Champions tras ganar al Nápoles (3-1). Pegó un bote de alegría y se dirigió luego al banquillo para festejarlo con su staff. Pero esa inmensa alegría del técnico azulgrana quedó superada con el 2-0, obra de João Cancelo, pero digno de entrar en el catálogo de los contragolpes perfectos. A pesar de el palo izquierdo de la portería de Meret escupió el envenenado disparo de Raphinha, pieza fundamental en los dos tantos del Barça. Xavi no paraba de dar botes y más botes de alegría en el área técnica, y con toda la razón del mundo, porque su plan de partido había salido perfecto. Al inicio. Y al final.