La semana pasada se reunieron, en el Ayuntamiento de Elx, un nutrido grupo de concejales de los equipos de gobierno de nuestra ciudad y de Alicante, encabezados por sus respectivos alcaldes: Pablo Ruz y Luis Barcala. Es la segunda vez que lo hacen, ya que en septiembre pasado tuvieron otra en el Ayuntamiento de Alicante.
Este tipo de reuniones pueden ser muy interesantes si sirven para algo más que una foto y una serie de anuncios y promesas sobre temas que suelen ser muy añejos. Téngase en cuenta que son los dos municipios más importantes de la provincia, colindantes entre sí y que, tradicionalmente, han vivido más de espaldas que de frente. Que hay temas que interesan a sus respectivas poblaciones y que, de actuar conjuntamente, podría ser más fácil su resolución parece muy posible. Aunque lo más evidente, hasta ahora, ha sido que, más que compartir objetivos para obtener mejores recursos para ambas poblaciones, lo que se ha hecho es competir por ellos y que, en esa batalla, Alicante casi siempre ha salido triunfadora.
La presencia allí de la Diputación ha influido ostensiblemente, en muchos temas, en esta discriminación hacia Elx. Alicante le ha sacado a la Diputación lo que no está escrito. Ha tenido, siempre, un trato preferencial, gobierne quién gobierne. Recordemos que hace más de un siglo que no hay un presidente de la misma que haya sido de Elx, aun siendo la segunda ciudad de la provincia. Es difícil encontrar otro ejemplo así en toda España. Ni PP ni PSOE, que son los que casi siempre la han presidido en democracia, han optado nunca por alguien de aquí para dirigirla, toda una señal del poco peso que se le ha dado siempre a Elx. Y así nos ha ido aquí con ella, justo lo contrario que Alicante.
Conseguir que Elx obtenga los recursos y coordinaciones necesarias, de todas las administraciones, que le hacen falta para su desarrollo sostenible, evitando discriminaciones históricas debía ser uno de los objetivos de estas reuniones de ambas ciudades. Ahí el alcalde Ruz tiene una tarea muy importante: cambiar una tendencia que no es la que Elx necesita. Y están bien estas reuniones siempre que sean operativas y se vean resultados. También en otras épocas se han hecho cosas similares y sólo han quedado algunas fotos y diversos brindis al sol.
Ya es llamativo que, en la pasada reunión de septiembre, el único acuerdo concreto fuera el de organizar un maratón, entre ambas ciudades, para el próximo mes de febrero. Y aun más llamativo es que, en la de ahora, casi lo único que se concretó fue cambiar la fecha del mismo para el 14 de diciembre. Nunca una reunión tan maratoniana sirvió para correr tan poco en otros temas.
Aunque nunca está de más, llama la atención el que ambos alcaldes reiteren sus peticiones al Estado para que ejecuten actuaciones prometidas de décadas atrás y que nos han hecho gobiernos del PSOE y del PP y que todos han incumplido: modernización de la línea de cercanías, conexión con aeropuerto y con la estación AVE Matola, apeadero Parque Empresarial, etc. Incluso una segunda pista en El Altet.
Y es curioso que se sea tan reivindicativo, en infraestructuras, sólo frente a Madrid, y ahora que no gobierna el PP, y tan poco frente a Valencia o la propia Diputación. Un tema que a Elx interesa mucho, y se supone que a Alicante también, es el del futuro TRAM y es raro que no se acuerde exigir un mayor impulso en su realización (Alicante va a recibir una sustancial inversión para su mejora). O los Palacios de Congresos pendientes (prometidos a pares), o el Museo de Arte Contemporáneo que Mazón prometió ubicar en Las Clarisas, o que el edificio de Correos sirva para algo, etc. O son reivindicaciones selectivas o se habrán quedado para otras reuniones ya que, seguro, dará tiempo a ir reclamándolas. El tiempo lo dirá.
Reúnanse, pero para avanzar y mejorar en lo necesario, que tenemos mucho pendiente, especialmente aquí.