En las últimas dos semanas, mientras el pulso de los Comuns por el Hard Rock escalaba de decibelios durante la negociación de presupuestos con el Govern finalmente fallida, los de Ada Colau apretaban las tuercas a nivel municipal para entrar en el gobierno de Barcelona. Su ‘no’ a las cuentas catalanas ha transitado en paralelo al intento fracasado de tejer una alianza con el alcalde Jaume Collboni, que tiene encarrilado un posible acuerdo con ERC.
Los Comuns han insistido en que su voto a los presupuestos catalanes «no se decide en Madrid», pero en los últimos tres años sí se podría decir que han estado vinculados a los del Ayuntamiento de la capital catalana. Porque el ‘sí’ a las cuentas anteriores -con el Hard Rock vigente- ha ido de la mano de la actuación de ERC en Barcelona. La diferencia este 2024 es que Colau ya no es alcaldesa. A continuación, los cuatro motivos que han llevado al grupo de Jéssica Albiach a tumbar las cuentas de Pere Aragonès y poner en jaque su legislatura.
Levantar la bandera ecologista
La legislatura catalana se agota, y para Pere Aragonès aprobar presupuestos suponía disponer del pasaje definitivo para llegar hasta el final. No hay partido que no esté engrasando su maquinaria electoral, y los Comuns no son una excepción. Detectan que hay un nicho de crecimiento en el voto ecologista y el proyecto del Hard Rock es paradigmático para levantar esa bandera. Para los Comuns, el PSC abona los grandes macroproyectos e infraestructuras con el argumento del crecimiento y la creación de ocupación y ERC «no tiene una política climática clara» y se desdibuja cediendo ante el interés de socialistas y de los «lobbies especulativos» a la hora de defender el macrocomplejo, la B-40 o la ampliación del aeropuerto. Y a la CUP la ven fuera de juego mientras intenta rehacerse en un proceso interno que no está siendo precisamente plácido.
El intento fallido de entrar en el gobierno de Barcelona
Colau aún trata de pactar la entrada al gobierno municipal de Barcelona con PSC y ERC. «El acuerdo de los republicanos con Collboni está prácticamente hecho», reconocen en las filas de los Comuns, que no esconden su malestar por el veto que atribuyen, especialmente, al alcalde socialista. Pese a que aseguran que se trata de negociaciones que no se entrelazan, el clima de una institución influye en la otra. Habiéndose quedado sin la alcaldía más emblemática y teniendo la puerta cerrada a la sala de mando del consistorio, En Comú Podem tenía pocos incentivos para ‘salvar’ al gobierno de Aragonès y aprobarle los presupuestos como sí que hicieron en 2020, 2022 -ambos años con Junts en el Govern- y 2023. Menos aún si no lograba que el Govern se tragara el sapo del Hard Rock.
Pulso electoral a ERC y el PSC
Así que Jéssica Albiach se ha centrado en que sus ocho diputados coticen al alza en el Parlament. Aprobar las cuentas que hubieran permitido a Aragonès agotar cómodamente la legislatura tenía que ser a cambio de un buen motín, ya fuera en forma de tumbar el Hard Rock o de arrancar compromisos de calado como la recuperación de la sexta hora en la escuela pública. Sin ese escenario, los Comuns, que hace meses que consideran que el Govern en minoría de ERC no tiene viabilidad, están preparados para ir a elecciones con el objetivo de disputarle votantes a socialistas, republicanos y a la CUP. «A nosotros no nos manda ni Madrid ni La Caixa, no sé si todos pueden decir lo mismo», ha espetado Albiach dirigiéndose a Aragonès y a Salvador Illa.
Dar un espaldarazo a Díaz y la puntilla a Podem
Después del varapalo electoral en Galicia, los Comuns son la principal locomotora de Sumar y de Yolanda Díaz, así que el papel que puedan jugar en las próximas elecciones catalanas es crucial para un espacio que celebra su asamblea fundacional el 23 de marzo. Rotos los bloques, los de Albiach aspiran a ser determinantes en la configuración del próximo Govern de la Generalitat. Resolver de una vez por todas el litigio con Podem Catalunya, con quien los Comuns tienen rota la interlocución desde la negociación de la lista de las generales, es otro de los episodios espinosos que el partido de Colau quiere dejar atrás, probablemente con un divorcio definitivo.