El tono de Diego Pablo Simeone en la previa a la vuelta de los octavos de Champions frente al Inter estuvo lejos de la conjura que se presume para un duelo en el que el Atlético se juega su temporada. Ante uno de los rivales más en forma de Europa, serio aspirante a repetir la gesta del curso pasado, donde fue finalista. Pero los rojiblancos tienen la obligación de competir para estar en cuartos. Sería un soplo de aire fresco para las arcas de un club en el que su mayor activo es su entrenador y una demostración de que, por lo menos en el Metropolitano, el club estás más que vivo.