El mundo de la repostería no escapa de la innovación. Se innova en sabores, en texturas… y algunas veces estas nuevas tendencias se hacen virales. Pues hay una tendencia creada en Corea y que ya ha llegado a España que, debido a su formulación, te hará decir adiós al croissant.
Y es que se trata del flat croissant o croissant plano. O sea, un croissant que, una vez cocinado, se aplasta y queda con un grosor de aproximadamente un centímetro. Además, y para darle algo más de sabor, se baña en chocolate o en otro tipo de salsa dulce.
Este nuevo croissant se ha hecho viral en las redes sociales, sobre todo en Tik Tok, donde muchos usuarios lo muestran y prueban ante las cámaras de sus móviles. Pero tenía que pasar y, al final, ha saltado de las redes sociales a las pastelerías de España, donde se muestra como un nuevo producto alternativo al resto de la bollería.
¿Merece la pena? Pues es cuestión de gustos. Se trata de un bollo que, al ser comprimido, es crujiente y sigue mantiendo el sabor de la mantequilla que se utiliza para elaborar los croissants. Sin embargo, recuerda mucho a las palmeras, con lo que aquellos enamorados de este último bollo, también quedarán prendados del croissant plano.
Repostería francesa
El croissant, un manjar de la repostería francesa, ha conquistado el mundo con su exquisita mezcla de hojaldre crujiente y sabor delicado. Esta icónica viennoiserie, cuyo nombre significa «creciente» en francés, es un símbolo de la alta cocina y el refinamiento culinario que se remonta al siglo XIX en Viena, Austria.
Aunque su origen exacto es motivo de debate, se cree que el croissant tal como lo conocemos hoy en día fue desarrollado en Francia durante el siglo XIX. La leyenda más famosa cuenta que fue inventado en París en 1839 por un pastelero llamado August Zang, quien había aprendido la técnica de hacer hojaldre en su Austria natal. Desde entonces, este delicioso pastel ha evolucionado y se ha perfeccionado en todo el mundo.
La elaboración del croissant es un proceso laborioso que requiere habilidad y paciencia. La masa se prepara con harina, levadura, mantequilla, azúcar y sal, y se amasa hasta obtener una consistencia suave y elástica. Luego se estira en capas finas y se dobla repetidamente sobre sí misma, creando así las capas características de hojaldre. Después de un período de reposo, la masa se corta en triángulos, se enrolla en forma de media luna y se deja fermentar antes de hornearla hasta que adquiera un color dorado y un aroma irresistible.
El croissant es versátil y se puede disfrutar de muchas maneras diferentes. Desde el clásico croissant de mantequilla, que se sirve caliente y fresco en las panaderías de todo el mundo, hasta variaciones más creativas como el croissant relleno de chocolate, almendras o incluso salmón y queso. Se puede degustar como un desayuno rápido con café o té, como un refrigerio ligero durante el día o como parte de un elegante brunch.
Su popularidad se ha extendido más allá de las fronteras de Francia, convirtiéndose en un alimento básico en muchas culturas. En los Estados Unidos, por ejemplo, el croissant se ha convertido en un elemento básico en las cafeterías y panaderías de todo el país, y es una opción favorita para acompañar el café por la mañana. En Asia, se han desarrollado versiones únicas del croissant, como el croissant de té verde en Japón o el croissant de curry en Corea del Sur.
Además de su delicioso sabor, el croissant también tiene un fuerte impacto cultural. Es un símbolo de lujo y sofisticación, asociado con la elegancia parisina y el estilo de vida cosmopolita. Su forma distintiva de media luna evoca imágenes románticas de las calles empedradas de París y las terrazas de café llenas de gente disfrutando de la vida.
En resumen, el croissant es mucho más que un simple pastel: es una obra maestra de la repostería que ha conquistado los corazones y los paladares de personas de todo el mundo, y su legado perdurará en la historia gastronómica durante generaciones.
Sin embargo, se trata de un postre que está abierto a la innovación, y de ahí que salgan nuevas propuestas como el flat croissant, destinado quizás a un público no tan tradicional.