Hace ya un par de décadas, Raül Fernández Miró, al que entonces se empezaba a conocer como Refree, comenzó a convertirse en el nombre que abanderaba algunos de los proyectos más audaces del indie español, como músico y como jovencísimo productor. Venía de la escena del hardcore barcelonés y había militado en uno de sus puntales, Corn Flakes. Tras publicar varios discos propios, colaboró con Las Migas y después con el flamante spin of de aquel grupo de pop aflamencado, Silvia Pérez Cruz. Con ella grabó a dúo un disco exquisito –Granada (2014)- que le dio a conocer al gran público, una fama y un prestigio que después apuntaló realizando en el mismo formato Los Ángeles (2017), el disco de debut de nada menos que Rosalía.
No fueron las únicas colaboraciones sonadas: llegaron otras con Albert Pla, con Lee Ranaldo de Sonic Youth, con Niño de Elche y con muchos y muchas más: ha producido hasta a Ricky Martin. Los Javis e Isaki Lacuesta le han llamado para poner música a sus últimos proyectos, y ahora combina esa música para cine y series con sus trabajos sobre músicas tradicionales -flamenco, fado, sonoridades gallegas…- y una vertiente más experimental que se pudo apreciar hace unos días en el concierto con el que, dentro del marco del Festival Internacional de Arte Sacro de Madrid (FIAS), presentó su reciente El espacio entre (Glitterbeat, 2023). Un disco en el que, entre otras cosas, recompone piezas clásicas en clave actual.
Ha venido a un festival de música sacra a presentar un disco que se inspira en parte en una composición muy profana, los ‘Madrigales’ de Monteverdi. ¿Encuentra algo de sagrado en esta música o en su trabajo en general?
Este es un festival muy abierto, no estrictamente de arte sacro. Pero en general, yo creo que la religión debe entenderla cada uno a su manera. Para mí significa algo espiritual y muy abierto, o así debería ser. Y Monteverdi tiene algo muy espiritual: el Lamento de la ninfa mismo es una composición de desengaño y de tristeza que flota y que es muy vaporosa y muy del alma.
Tiene formación de conservatorio. ¿Cómo era el Raül niño en lo musical?
Mi abuela tocaba el piano a nivel doméstico, a mí siempre me había llamado la atención desde pequeño y quise estudiar piano. Lo que pasa es que yo no encajaba en la formación clásica, con esa manera de enseñar: soy muy mal reproductor de cosas al uso. No lo sé hacer, incluso ahora. Alguna vez me han dicho: “haz una versión de tal tema para una peli”. Y al final no me sale reproducirla, me sale recomponerla. Me ganaba muchas broncas. Y de hecho yo decía que quería ser músico, pero a mis padres todos los profesores les decían que no valía.
Los Javis son unos directores excelentes en muchos sentidos, pero en particular porque tienen muy clara la dosis de libertad que tienen que dar para que quien trabaja con ellos sienta que está haciendo algo personal»
Volviendo a lo ‘sagrado’, ¿cómo se mete en el proyecto de ‘La Mesías’ y cómo fue el trabajo con los Javis?
Con los Javis yo no había coincidido nunca, aunque Amaia me había hablado de ellos. Y recuerdo una llamada de Javi Calvo, que me dijo “estamos preparando una serie nueva. Todo lo que escucho que haces me gusta, quiero que seas tú quien haga la banda sonora”. Desde el primer momento, cuando vi las imágenes de la serie, tuve claro que yo tenía que estar ahí. Son unos directores excelentes en muchos sentidos, pero en particular porque tienen muy clara la dosis de libertad que tienen que dar para que quien trabaja con ellos sienta que está haciendo algo personal. Y al mismo tiempo son capaces de dar cuatro directrices muy claras para que también acabe encajando con lo que ellos buscan. Además, no tenían miedo a que yo experimentara. Cuando propuse las cosas más contemporáneas me dijeron: “esto es lo que buscábamos”.
De las canciones más pop de la serie, las de Stella Maris, se ocuparon Hidrogenesse. ¿Se cruzaron en algún momento sus trabajos?
No, y mira que nos conocíamos, y ahora después de La Mesías nos llevamos súper bien y somos amigos. Pero en el momento de trabajo nunca nos cruzamos. Yo recibía los episodios sin los videoclips de Stella Maris, con un salto porque los estaban trabajando paralelamente.
En relación a esto, en su música se percibe cada vez más un alejamiento de la forma ‘canción’: está más centrado en piezas más instrumentales, podríamos decir ‘de concierto’.
Exploré durante muchos años el formato canción, y además he tenido la suerte de trabajar con voces increíbles, lo que me confrontó con el hecho de que yo no era una voz increíble. Y cuando has trabajado con Rosalía, con Rocío Márquez, con Niño de Elche y tantos otros, que son muy potentes… Además, como productor acababa trabajando en la mayoría de los casos también en canciones. Y había una faceta en mí que había explorado durante muchos años, una cosa más de improvisación y experimentación, que nunca mostraba. Tenía ganas de enseñar eso y me puse a investigar más. Y estoy muy feliz, me siento muy cómodo.
Cuando afronto cualquier cosa, incluso algo ultraclásico como puede ser trabajar con un coro, un réquiem o lo que sea, lo hago desde una actitud punk»
¿Qué queda del músico de ‘hardcore’ que era con Corn Flakes?
La libertad, el estar de espaldas a la industria, el punk si quieres, la actitud… Cuando afronto cualquier cosa, incluso algo ultra clásico como puede ser trabajar con un coro, un requiem o lo que sea, lo hago desde una actitud punk. Y punk no significa pasar de todo, sino que significa libertad, no tener que hacer las cosas de manera ortodoxa.
Este disco lo firma solo, pero a lo largo de su carrera le han dado más popularidad los discos de colaboraciones: con Silvia Pérez Cruz, con Rosalía…
Aunque suene hippie, para mí hacer música acostumbra a ser un viaje. Y me gusta mucho hacerlo acompañado. Es mucho más rico cuando puedo estar haciendo este viaje y tensando los lugares de confort de cada uno, hacer algo que sin el otro no habrías podido hacer. Si trabajas con alguien que es vocalista y canta de una manera concreta, lo que tienes que hacer es sacarle el mejor partido. Mi intención siempre es que la voz brille, que emocione, que esa melodía te llegue.
Cuando dijo aquello de que los discos con Silvia Pérez Cruz, con Rosalía y con la fadista Lina formaban parte de una trilogía personal para usted, Silvia se enfadó y le acusó de apropiarse del disco que hicieron a medias. ¿Qué quería decir?
A mí me sabe mal que se lo haya tomado así. Lo que yo quería decir, y a lo mejor no me expliqué bien, es que para mí fueron un viaje personal: los tres a dúo con una voz alucinante y los tres basados en gran parte en folclore o en cosas tradicionales. Y yo quiero dejar claro que sin la otra persona, sin Silvia, sin Rosalía o sin Lina, yo no hubiera llegado a hacer estos discos, ni mucho menos. He podido hacerlos porque ha sido un viaje juntos e individual de cada uno. Pero, cuando visualizo mi carrera, para mí están unidos en lo que yo he vivido y aprendido.
La gira de ‘Granada’ con Silvia Pérez Cruz fue muy intensa, acabamos agotados los dos y creo que eso nos llevó a no hacer más cosas juntos. Pero me gusta mucho lo que hace y creo que es una de las grandes voces de este país»
¿Con Silvia qué tal están las cosas? Trabajaron juntos durante muchos años.
Creo que fueron más de 10 años tocando juntos, y bueno, la gira de Granada fue muy intensa, acabamos agotados los dos y creo que ese agotamiento nos llevó a no hacer más cosas juntos. Pero a mí me gusta mucho lo que hace y creo que es una de las grandes voces de este país.
Usted que ha visto a Rosalía casi nacer como artista, ¿qué opinión le merece el lugar al que ha llegado y la música que está haciendo ahora?
Yo era consciente, cuando trabajábamos juntos, de que Rosalía no sólo tenía una voz espectacular, que es lo primero que vi, sin duda, sino que tenía una cabeza artística y conceptual que iba más allá del canto. Y esto es lo que ha demostrado a lo largo de todos estos años. A mí me gustan todos sus discos, especialmente Motomami, que me parece buenísimo. Y muchas veces digo que nosotros hicimos Los ángeles porque nos encontramos y tuvimos la sensación de que teníamos que hacerlo, pero creo que lo que vino después ella ya lo tenía en la cabeza antes de ese disco.
¿Dónde está el secreto de Rosalía?
Sin duda en ese criterio, en esa manera de pensar el concepto no solo musical. Hay gente que piensa en lo estrictamente musical y te hace una buena canción. Pero ella es capaz de pensarlo todo: la emoción que quiere transmitir y cómo conseguirlo. Y luego, que siempre ha sido muy segura de lo que es capaz de hacer, y no ha tenido miedo. Cuando estábamos tocando juntos, muy al principio, me sorprendía que nunca tomaba el camino más fácil con sus decisiones vocales. Decisiones conceptuales y musicales que, en una persona que en ese momento tenía poco más de 20 años, era una cosa bestial. Tenía una responsabilidad artística y eso era lo que ejecutaba.
¿Diría que ahora está en una etapa más solitaria en lo musical, o sigue implicado en proyectos con otros?
Estoy metido en cosas con otros, pero es cierto que cada vez tengo más ganas de hacer proyectos propios. Y, sobre todo como productor, estoy bajando mucho el ritmo. Me apetece hacer bandas sonoras, me lo paso muy bien, pero también me gusta meterme en otras cosas: hace poco me invitaron al sur de Italia, a la Puglia, a aprender un poco el folclore de allí. Estuve tocando con Maria Mazzota, una cantante local. Cosas así me encantan.
Es cierto que se ve un interés casi etnográfico en su carrera desde hace años: trabajar con diferentes lenguas, tradiciones, folclores… Lo asturiano con Rodrigo Cuevas, el fado, el flamenco, esto de la Puglia…
Tengo la suerte de que me invitan a distintas geografías a enseñarme la música gallega, la música del sur de Italia, el fado… ¿Por qué este interés mío? Hace tiempo, cuando escuchaba música tradicional, no me interesaba especialmente porque, como con el flamenco, la manera de reinterpretarla que se había hecho por músicos profesionales me interesaba menos. Pero cuando escucho las grabaciones antiguas, a las señoras mayores cantando, son melodías tan bonitas… Y me encuentro con que si desentierras esa canción y ya está, sacas algo súper emocionante que ya estaba ahí. Es como arqueología.
¿Con todos estos cambios de registro que ha habido a lo largo de su carrera, cuál diría que es la esencia de Refree?
Lo que puedo asegurarte es que mi vida siempre se ha regido por una cuestión muy impulsiva y muy epidérmica. Y siempre me he visto incapaz de hacer lo que se me ha pedido, y en cambio muy capaz de responder así, a nivel intuitivo, acción-reacción. Yo creo que esto es lo que me ha definido. Y me ha costado años llegar a la conclusión de que esto es lo que soy, no puedo hacer otra cosa.