Estudiar chino hizo sentirse «mucho más próximo» a la gente, la historia, la cultura y el presente de China a Eduardo Lojo, un abogado español de 47 años que está ya preparando otro viaje al país asiático aprovechando su actual política de exención de visados para varias naciones europeas, entre ellas España.
«Visité China en 2019 (un año después de empezar a aprender chino) y le dio sentido a todo lo que había estado estudiando. Aunque mi nivel de chino era aún muy bajo, me sirvió para manejarme en cuestiones básicas y me hizo sentir mucho más próximo a la gente y a su forma de pensar«, dijo Lojo hoy viernes en una entrevista con Xinhua.
La gente, remarcó, «se mostraba muy contenta al ver cómo un turista extranjero se había interesado por aprender algo del idioma e intentaba usarlo. El viaje fue muy importante para mantener la ilusión por seguir estudiando y volver algún día hablando mejor».
En estos momentos Lojo, quien sigue estudiando chino en su ciudad, Santiago de Compostela, se prepara para regresar a China este verano, animado por la política de exención de visados que está aplicando de forma unilateral el Gobierno chino durante un año, a modo de prueba, a España y otros países europeos.
«Estoy muy contento con la medida. Llevaba un tiempo pensando en volver a China y en cuanto supe que no necesitaría visado esta vez, me decidí a volver y lo haré este verano para seguir conociendo el país», apuntó.
Además, expuso, «lo he comentado con amigos y compañeros de clase de chino, y alguno se ha decidido también a visitar China por primera vez, así que creo que este verano se notará que hay más turistas españoles por el país».
«Espero que se convierta en una medida permanente y recíproca que permita a los españoles visitar China y también a los chinos visitar España», remarcó.
El abogado, quien estudia en una academia privada de chino y sigue preparando los exámenes oficiales a través del Instituto Confucio de León (uno de los ocho que hay en España), afirmó que una de las manifestaciones culturales que más le gusta de China es su gastronomía.
«La comida china es increíblemente diversa y tiene muchísimas elaboraciones que no conocía. Me encanta probar distintos platos de diferentes lugares y se aprenden muchas cosas de cada sitio probando sus comidas más típicas», comentó.
Además, continuó, «también me interesan la arquitectura tradicional china, tan distinta de la occidental, y la historia de las distintas dinastías. Visitar Hangzhou (este) o Xi’an (noroeste) me ayudó mucho a conocer algo más del pasado histórico del país y cómo se fue formando».
«Tengo que decir también que una de las cosas que más me sorprendió de China al visitarla fueron sus paisajes naturales, las montañas y ríos del sudeste del país me parecieron impresionantes», indicó.
Su historia con el idioma chino, rememoró, «es curiosa» porque empezó a estudiarlo pasados los 40 años, tras hacerse amigo de un profesor de chino que le hizo sentir mucha curiosidad por la cultura del país.
Al principio, empezó estudiando por su cuenta con aplicaciones para el móvil y, apenas un año después, se presentó al examen HSK2 (nivel básico) y lo aprobó, lo que lo animó a seguir estudiando.
«En cuanto al idioma en sí, para mí lo más difícil es la escritura; aprender a hablar y entender lo que te dicen puede ser fácil si le dedicas tiempo, pero la lectura y la escritura exigen un mayor esfuerzo», dijo.
Su aprendizaje del chino no cesa y, tras su viaje a China, algunas herramientas tecnológicas del país asiático, como la aplicación de mensajería WeChat, le siguen ayudando a practicar el idioma.