En solo cinco días de guerra, tomados al inicio del choque entre Israel y Hamás, la aviación y los misiles israelíes habían atacado y destruido 1.000 objetivos, según recuento de la plataforma de investigación periodística israelí ‘+972’. En el ataque al enclave gazatí de Jan Yunis del pasado fin de semana, Israel alcanzó en cinco minutos 56 objetivos de bombardeo.
No hay precedentes para esta potencia y concentración de dianas en tan poco tiempo. Y en esa rapidez y letalidad tiene que ver que la de Israel y Hamás es la primera guerra de la historia con uso creciente, quizá ya intensivo, de la IA, o inteligencia artificial.
Un fenómeno nuevo, cuyo embrión comenzó a verse en la guerra de Ucrania, es ya descriptible en el teatro de operaciones militares de Oriente Próximo. El general jurídico español Jerónimo Domínguez Bascoy lo resumió recientemente en un coloquio sobre guerra moderna en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid: ahora «se generan en unos segundos 200 objetivos de ataque, lo que a los equipos humanos podría llevar semanas de trabajo».
El Evangelio
Una coraza de secreto y desinformación de origen oficial protege el verdedero alcance del programa Habsora –el Evangelio– al que, pese a la escasez de datos oficiales sobre su funcionamiento –Israel comunicó en 2019 que comenzaba ensayos con un programa de selección de objetivos y no difundió más detalles después–, se le atribuye la capacidad de procesar millones de datos sobre matrículas, teléfonos, fotos colgadas en redes sociales, vídeos pasados por mensajería telefónica, tomas de cámaras de seguridad, documentos oficiales de empadronamiento, informes de inteligencia… para construir un fichero o «banco» de enemigos y sus medios o emplazamientos sensibles.
Desde el primer momento de la actual guerra en Gaza, el objetivo no ocultado por Israel ha sido la consecución de una disuasión permanente por la vía de ataques demoledores y, segundo pero no en segundo lugar, la eliminación de Hamás y la aniquilación de un número decisivo de sus 30.000 milicianos.
Habsora busca entre el torrente ‘online’ de datos, los cocina apoyando en la localización de domicilios, almacenes y sedes operativas. De ahí que se vieran en esta guerra, sobre todo al inicio, rascacielos enteros de viviendas echados al suelo entre explosiones. Habsora habría señalado que en el 4º derecha, o en el entresuelo, o en la quinta planta vivían miembros de Hamás.
Pese a las dudas sobre la verdadera capacidad de Habsora recogidas en un reciente informe del ‘think tank’ de seguridad Royal United Services (RUSI) del Reino Unido, altos oficiales del Ejército en España sostienen que ese programa de inteligencia artificial ha sido utilizado para ayudar a marcar domicilios de dirigentes y jefes intermedios de Hamás, silos de cohetes, arsenales, talleres de montaje de misiles «y también bocas de túneles, en base a imágenes de satélite y de dron de observación», explica la fuente, «aunque para el trazado de esos túneles hay algunas señales de que se habría empleado otro programa también asistido por inteligencia artificial para puestos de mando».
Mapas y disparos certeros
El Estado Mayor de las IDF (las fuerzas armadas de Israel) cuenta con ayuda virtual para la elección y discriminación de objetivos. Pero no solo Habsora, también otros dos programas informáticos con ayuda de IA: Alchemist (Alquimista) para colaborar en la orientación y alerta de unidades sobre el terreno, y otro que parece una leyenda por lo poco que se conoce y lo novelesco del nombre que se le da en papeles y artículos de estudios estratégicos, «Profundidad de la Sabiduría», cuya existencia han referido públicamente analistas de defensa norteamericanos.
Este último programa habría ayudado al mapeo en orientación, extensión y profundidad de túneles de Hamás, utilidad en favor de Israel para dirigir bombas aéreas capaces de clavarse en terreno urbano hasta 35 metros.
Con menos secreto militar en este caso, la IA interviene también en el afinamiento del tiro de los soldados israelíes a pie de terreno.
Se trata de una aplicación para miras de fusil y ametralladora, la Smash x4, de la firma israelí de alta tecnología Smart Shooter (tirador inteligente). El asistente de tiro Smash se usa en esta guerra para que los soldados puedan por sí mismos derribar drones con gran porcentaje de acierto.
La empresa fabricante alardea de su capacidad en su catálogo comercial: «Mediante un procesamiento avanzado de imágenes, Smash reconoce el objetivo y puede predecir sus movimientos. Smash permanecerá fijado en el objetivo incluso cuando usted o el objetivo se muevan», y por eso «puede atacar objetivos aéreos (drones y otros vehículos no tripulados) y terrestres con una precisión inigualable».
Sin margen de error
Este invento se está utilizando en el despliegue de unidades a pie del Ejército israelí, desde que les llegó la hora de penetrar en Gaza. A los portadores del fusil equipado con esta mira asistida les está proporcionando otra utilidad especialmente conveniente en la guerra urbana, entre escombros, esquinas y recovecos: las máquinas se interconectan, y cada soldado es reconocible y localizable por otro combatiente con la misma mira codificada.
Han hecho que esta innovación deje de ser un secreto los anuncios de la firma comercializadora, que alardea de que ningún otro ejército occidental dispone (todavía) de esta tecnología que reduce -si no elimina- el error en el disparo. Según dice el lema de la empresa, «one shot, one hit» («un disparo, un acierto»).
Pero esta es una ayuda operativa, muy física en comparación con la utilidad virtual que también le atribuje a Habsora… en este caso el diario israelí Haaretz: ayuda para librar la guerra cognitiva.
Aplicado al actual conflicto en Gaza, Habsora ha servido en la selección de objetivos para otro tipo de bombardeos: el envío de contenidos de propaganda, e imágenes de destrozos en Gaza por perfiles falsos de redes sociales, supuestamente con la finalidad de erosionar la moral del enemigo.