Jürgen Klopp y Pep Guardiola se abrazaron de forma sentida cuando Michael Oliver, el colegiado, pitó el final del partido del año de la Premier. Un empate a uno resolvió el duelo entre el Liverpool y el Manchester City en Anfield, los equipos de los dos entrenadores que más han marcado el fútbol inglés en los últimos ocho años. Cómo no podía ser de otra manera, fue un encuentro de altas pulsaciones, vertiginoso y cargado de intensidad. Un espectáculo apabullante para cerrar, presumiblemente, una era en la mejor liga del mundo.