Son momentos turbulentos, en el cine y más allá, pero Hollywood tiene ganas de celebrar. Se dispone a hacerlo en la 96ª edición de los Oscar, que se entregan este domingo en el Dolby Theater de Los Ángeles en una gala que por cuarta ocasión presentará el cómico Jimmy Kimmel y que este año ha adelantado una hora su celebración (a partir de la medianoche del lunes en España).

Si estos Oscar tuvieran un género está claro que no sería el de suspense. La monumental y apabullante obra sobre el padre de la bomba atómica que es ‘Oppenheimer’, con 11 nominaciones, es total favorita para llevarse la estatuilla a mejor película. Es una de las 11 cintas en la historia que llega a los premios de la Academia de Hollywood tras haberse alzado con los principales galardones de los sindicatos de productores, directores y actores. Y de esas todas, salvo ‘Apolo 13’, están en los anales del premio gordo de los Oscar.

Tampoco conviene apostar en las porras contra que Christopher Nolan logrará su primera estatuilla como director, contra Robert Downey Jr. en categoría de actor de reparto ni contra Cillian Murphy por su papel protagonista como el Prometeo moderno. Aunque si los miembros de la Academia quisieran dar una campanada podrían hacerlo, y pocos les pondrían peros, con Paul Giamatti, el profesor de ‘Los que se quedan’, una película que dejará otro de los Oscar cantados: el de Da’Vine Joy Randolph como actriz de reparto.

Poderoso duelo femenino a tres bandas

Con las estatuillas de guion inclinadas hacia la ganadora en Cannes ‘Anatomía de una caída’ y hacia ‘American Ficition’, la fabulosa sátira con que Cord Jefferson ha debutado adaptando la novela ‘X’ de Percival Everett, no queda en las categorías más importantes mucho espacio para lo impredecible. Salvo una: la de actriz protagonista, que tiene a todo el mundo pendiente de la resolución.

Ahí está Emma Stone creando y haciendo crecer con toda su libertad a Bella Baxter en ‘Pobres criaturas’. Está la poderosa mujer no atada por patrones que interpreta Sandra Hüller en la película de Justine Triet (la única mujer nominada a dirección este año, donde la ausencia en la categoría de Greta Gerwig por ‘Barbie’ ha hecho correr ríos de tinta y horas de debate). Pero está también, quizá sobre todo, Lily Gladstone.

Aunque en la historia de los Oscar otras tres actrices indígenas han estado nominadas (Merle Oberon, Keisha Castle-Hughes y Yalitza Aparicio), la intérprete de los pueblos Blackfeet y Nez Perce que da vida a una india Osage en ‘Los asesinos de la luna’ de Martin Scorsese sería la primera nativa estadounidense reconocida por Hollywood. Y en la meca del cine hay mucho que reparar por la forma en que se ha tratado y retratado a la población con la que Estados Unidos cometió su pecado original.

Esperanzas españolas

Para las dos películas españolas en la competición, el aura de predictibilidad que domina estos Oscar deja pocas esperanzas, aunque ya se sabe que eso es lo último que se pierde, como recordaba en Los Ángeles estos días Pablo Berger. Su ‘Robot Dreams’ compite en animación con ‘El chico y la garza’, de un maestro como Hayao Miyazaki, y con ‘Spider-Man: Cruzando el multiverso’, que bien puede convertirse en la primera secuela no creada por Disney bañada en oro.

Mientras, la gran rival en categoría internacional para ‘La sociedad de la nieve’ de J. A. Bayona es la película británica en alemán ‘La zona de interés’. Y es que, como hicieron con ‘Parásitos’, los académicos de Hollywood han metido la austera y escalofriante mirada de Jonathan Glazer a lo que Hannah Arendt denominó la banalidad del mal entre las diez candidatas a mejor película.

El mundo en llamas

Un triunfo de la cinta británica o el que se espera en documental de ’20 días en Mariupol’ abrirían las puertas a que al escenario del Dolby lleguen discursos que, más allá del cine, se refieran a realidades oscuras que hoy sacuden al mundo, de la guerra y la tragedia humanitaria en Gaza al conflicto en Ucrania. Y si sirve de precedente, en los Bafta el productor James Wilson llamó a acabar con la “empatía selectiva” y dijo: “Parece claro ahora que nos debería importar la gente inocente a la que matan en Gaza o Yemen de la misma manera en que pensamos en la gente inocente que matan en Mariupol o Israel”.

Es un mensaje que aprobarían los grupos que buscan un alto el fuego en Gaza que tienen previsto manifestarse cerca del Dolby, como han hecho en otras ceremonias recientes como los premios Espíritu Independiente o los Grammy o en todo tipo de lugares y en actos políticos en año electoral en Estados Unidos. Pero sus protestas serán recibidas por un dispositivo reforzado de la policía de Los Ángeles, que se suma a los cerca de 2.000 agentes de seguridad privada contratados por la Academia.

Los Oscar prefieren celebrar y celebrarse, hacer historia y encontrarse con ella, desplegar su alfombra otra vez roja, recuperar el formato de cinco intérpretes premiados con anterioridad en cada una de las cuatro categorías dando la estatuilla a los ganadores… Prefieren también poner a 65 bailarines a acompañar a Ryan Gosling mientras interpreta una de las dos canciones nominadas por ‘Barbie’ (aunque posiblemente la que gane sea la de Billie Eilish y su hermano Finneas) o sentir que siguen reparando el pasado cuando por primera vez actúen en ese escenario nativos americanos: Scott George y losOsage singers.

En un año de una cosecha excelente de cine, con un fenómeno como ‘Barbenheimmer’ devolviendo a la gente a las salas y dejando 2.500 millones de dólares en las taquillas solo con esos dos títulos, esperan también recuperar audiencia en la retransmisión por televisión. Y buscan dejar en el olvido los meses de huelga de guionistas y actores que paralizaron Hollywood.

Pero la fiesta tiene mucho de oasis, o de espejismo. Los efectos y las causas de aquellos paros crean oscuras nubes sobre la industria a corto, medio y largo plazo. La amenaza de la inteligencia artificial no se ha diluido, al contrario. El imperio de los superhéroes que tanto dinero ha dado flaquea. Y, como ha escrito el historiador cultural Mark Harris, el momento es gris. “Nadie compra, todo el mundo recorta gastos, domina la precaución”. Pero mejor pensar en eso a partir del lunes.