La sequía tiene en jaque a varias comunidades autónomas: Cataluña, Andalucía, Murcia… En situaciones como esta se recurre a las plantas desaladoras convencionales, cuyo principal inconveniente es la cantidad de energía que consumen. Para solucionarlo, el escritor y periodista Alberto Vázquez-Figueroa (Tenerife, 1936) diseñó un sistema que permite obtener agua «a un máximo de 60 céntimos el metro cúbico».
El autor de un centenar de novelas -y uno de los escritores más leídos en lengua castellana- explica a EL ESPAÑOL el funcionamiento del sistema que ideó para habilitar desaladoras en montañas: «Por las noches, cuando la energía es más barata, sube agua proveniente del mar hasta lo alto del monte a través de unas tuberías. Cuando se hace de día, permite desalar el agua mediante diferencia de presiones o dejarla caer para generar electricidad, lo que hace que este proceso sea mucho más rentable».
Vázquez-Figueroa destaca que este sistema ha sido estudiado por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid y por la Universidad de La Laguna y ambas instituciones aprobaron su funcionalidad. «Uno de los mayores expertos en ingeniería hidráulica, Carlos Soler, defiende que en España el único sistema capaz de solucionar el problema de la sequía es el mío«, afirma con seguridad el escritor y periodista de conflictos de guerra, sobre las prestaciones de su sistema.
-¿Por qué está tan seguro del éxito de su sistema?
– Alberto Vázquez-Figueroa: Lo que hace mi desaladora es producir energía y reciclar: es lo que se llama una central de bombeo. En todos los pantanos y en todos los ríos hay una: suben agua por la noche y la bajan por el día. Ganas dinero con la diferencia de precios.
Yo hago lo mismo con el agua de mar. Lo mío es una central de bombeo que cuando hace falta, también desala agua. Entonces, te sale casi gratis porque todo lo ha pagado el ‘sube y baja’ de la energía. Es así de sencillo. Usted compra barato y vende caro. Cuando estamos muy apurados, paramos de producir energía y desalamos agua. Cuando tenemos todos los depósitos llenos, producimos energía.
El escritor apoya sus palabras en los estudios realizados por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid y por la Universidad de La Laguna, en torno a su sistema de desaladoras, los cuales demostraron que instalando en España varias de estas plantas, según Vázquez-Figueroa, «se conseguría equilibrar la curva eléctrica nacional, lo que significaría un ahorro de 5.000 millones de euros anuales, y no tener que comprar energía a las plantas nucleares francesas».
-¿En qué lugares podrían ubicarse sus desaladoras?
– Hay muchos sitios en España, menos Valencia, que está en llano. En todos los demás, siempre hay una montaña cerca del mar. España gracias a Dios es una meseta que tiene una zona de costa y luego sube inmediatamente: hay lugares de estas características en cualquier parte. Pero una desaladora de las mías es para producir mucha agua, por lo que hay sitios donde no vale la pena construirlas.
Las desaladoras que están ahora funcionando producen un máximo de 20.000 metros cúbicos diarios y una desaladora mía genefra un mínimo de 130.000 metros cúbicos diarios. Son muy grandes, no es un sistema que usted pueda hacer para un pueblo pequeño. Esto es para dar agua de verdad.
Da mucha agua muy barata, pero no pretendas que dé poca muy barata, porque en ese caso va a salir mucho más cara que cualquier otra, ya que se requiere de una inversión muy grande. La planta mía fue diseñada por la Universidad de la Laguna para abastecer Tenerife y tiene un coste mínimo de 120 millones de euros, pero con el agua sale un 88% más barata.
Alumno de Cousteau
Vázquez-Figueroa fue alumno del explorador y biólogo marino Jacques Cousteau. De hecho, se le considera «el último superviviente de su equipo». Su pasión por el mundo submarino le llevó a estudiar el comportamiento del agua con mucho detenimiento y fruto de aquellas investigaciones ideó este sistema de desaladoras por diferencia de presiones.
Su preocupación por el precio del agua surge de sus años viviendo en el desierto, cuando era un niño. Su experiencia le lleva a afirmar con rotundidad que «el negocio del agua es el más sucio del mundo. ¿Cómo es posible que la gasolina que hay que buscarla en Arabia, traerla y refinarla, valga la mitad que un botellín de agua?»
– ¿Por qué este sistema no se ha implementado en España?
– Cuando pensé que esto podría funcionar lo consulté con Tragsa, que era un empresa pública. El Gobierno de aquel tiempo, hace casi 30 años, puso 2,5 millones de euros para estudiar el sistema, y yo creé una compañía que puso otros 2 millones. Como todo funcionaba muy bien, se decidió hacer una gran desaladora de las mías en Almería. para cubrir todas las necesidades del sur de Andalucía, que estaba muy necesitada de agua.
En ese momento, tuve una reunión en mi casa de Lanzarote con José Luis Rodríguez Zapatero, cuando era el presidente del Gobierno, y le expliqué el tema. Me dijo que sí: ‘Adelante con ello’. Incluso tengo aquí una carta donde Zapatero me dice que me apresure a empezar. En el momento en el que comenzamos, la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, de pronto dijo que mis desaladoras no se podían hacer y lo publico en el Boletín Oficial del Estado porque se podían electrocutar las gaviotas. Eso es confuso, si no hay cables eléctricos: ¿cómo se van a electrocutar?
– ¿Qué ocurrió después de que cancelaran su proyecto?
– Después de esto hicieron cuarenta y tantas desaladoras que no han funcionado. Se gastaron 2.300 millones de euros, de los cuales desaparecieron gran cantidad de millones. Eso se quedó como ‘las desaladoras de la Narbona’. Ninguna ha funcionado jamás. Solo algunas funcionaban al 2%. Ahí desapareció una cantidad de dinero enorme.
Ahora, después de tantos años, con el problema de Cataluña, una de las desaladoras, la de Sagunto, que ha estado parada todo este tiempo, ha empezado a funcionar. Pero imagínese lo que significa activar una desaladora de esas tradicionales que va a salir el agua a dos o tres euros el metro cúbico, y luego hay que trasladarla en barco hasta Cataluña.
Lo que estamos viviendo en Cataluña es la desesperación de la gente que ya no puede regar, de los agricultores, de una señora que tiene que ir con dos botellones de agua que no puede cargar… Eso es un disparate. Llegada la desesperación no se puede hacer otra cosa, pero todo esto que está ocurriendo allí y en Andalucía, es culpa del Gobierno del PSOE, y sobre todo, de la señora Narbona, que sigue siendo la consejera de Pedro Sánchez.
Un período de silencio
Vázquez-Figueroa reconoce que después de que Hacienda emprendiera una serie de medidas contra él, justo después de la cancelación de su proyecto por parte del Gobierno, permaneció durante un tiempo en silencio, pero insiste que «lo que está ocurriendo hace que tenga que volver a hablar. Sobre todo porque Carlos Soler dijo que el único sistema bueno es el mío».
El escritor afirma que incluso colectivos como la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España le han mostrado interés por su sistema de desaladoras: «Me dicen que esto sería nuestra solución y que esto lo debería hacer el Gobierno. Pero yo les digo siempre: Mire, el Gobierno no es la solución, es el problema».
Asimismo, el tinerfeño asegura que sus desaladoras no se han construido «porque hay otros intereses», y señala a Cristina Narbona como responsable de la escasez de agua en nuestro país: «El problema de la sequía es el Gobierno porque ahí está la señora Narbona. Ella no va a permitir que quede claro que no sirvieron para nada las 40 desaladores que hizo y los 2.300 millones de euros que se sacaron».
– ¿Qué hizo usted cuando cancelaron la construcción de sus desaladoras?
– Cuando protesté y armé escándalo me mandaron encima a Hacienda, y me metieron una multa con la que me arruinaron para que me quedara callado. He perdido dos millones y pico, y todavía Hacienda me sigue reclamando dinero. Prometí no volver a hablar de esto nunca jamás, porque me cabrea. Preferiría que no me llamara nadie y que no viniera nadie aquí a revolverme las tripas, pero si hay que decirlo, lo digo con nombre, fecha y directamente. No voy con medias tintas.
A mí ya me tomaron represalias con lo de Hacienda, y después de eso lo que queda es la muerte, como aquel que dice. Pero mire, más me vale a los 87 años morir por culpa de estos sinvergüenzas que con Alzheimer, ¿no? Como le ha pasado a mi hermano. Dígalo bien clarete: que me cago en su padre, que son unos canallas. (Se ríe).
No puedes dejar a la gente sin darle de comer a su ganado, ni sin regar su campo, ni sin poder lavarse la cara prácticamente. ¿Por qué lo permite el Gobierno? Luego no paran de pelearse por gobernar, de decir que «a estos les perdonamos todo lo que han hecho», que si ser terrorista o ser independentista ya no es pecado… Nada es pecado ni delito, ni robar. Todo eso está perdonado con tal de que votes al señor Sánchez.
Hay una frase que me hiere mucho: ‘Yo nací bajo una dictadura, la de Franco, y creo que voy a morir bajo otra, la de Sánchez’. Y siendo la de Franco una dictadura de asesinos, esta es una dictadura de hipócritas y de mentirosos. Porque aquellos decían de frente: ‘Si estás contra mí, te fusilo’. Pero estos no, estos no te fusilan, te mandan a Hacienda o te destruyen con cualquier método que encuentren. Es una dictadura: ¿está claro?