Cuando Gabriel Celaya escribió que «la poesía es un arma cargada de futuro» dijo también que las palabras «vuelan» y «son gritos en el cielo y, en la tierra, son actos». La palabra estaba cargada de futuro y llevaba ya dentro la semilla del feminismo cuando María Marsal se puso en 1933 delante del micrófono. Ellas, las pioneras de la radio, tomaron la palabra y abrieron un camino (largo larguísimo, eso sí) hacia la igualdad.