Hace unos días tuve la oportunidad de conocer la historia de María, una mujer jubilada con la que coincidí en el piso de nuestra común amiga Sara Navarro. María se hizo empresaria de la noche a la mañana a raíz de un infarto que dejó postrado a su padre, propietario y primer ejecutivo de una empresa de artes gráficas en Alicante, y en contra de la voluntad de su entonces marido, que nunca aceptó que su mujer dedicara el tiempo a otra cosa que no fuera el hogar y la familia. Sobre ese sembrado, inmersa en un tenso ambiente familiar que impregnó de distancia y silencio corrosivo la relación del matrimonio, María no solo logró enderezar la empresa fundada por su padre, sino que la convirtió en puntera del sector a base de tesón, innovadoras apuestas de diseño y una decidida inversión en la tecnología más vanguardista del momento.