Tres alumnas de un instituto concertado de Santa Cruz de Tenerife se enteraron por casualidad. Les llegó a sus manos el móvil de un compañero de secundaria que se había ausentado un momento. Estaban en el comedor. Pudieron entrar en el terminal -los estudiantes se suelen pasar los móviles en sus grupos de amigos-, se pusieron a husmear en la galería y se quedaron estupefactas cuando llegaron a un grupo de fotos. Jamás pensaron que se iban a encontrar con algo así.