Quedamos con ella y no puede apartar la vista del móvil. Todos sus amigos han visto en la prensa que se ha alzado con el Premio Azorín de Novela 2024, sin saber siquiera que se había presentado bajo el seudónimo de Leonardo Valiente. Su libro La tierra bajo tus pies, galardonado por unanimidad, es una oda a la cultura que encuentra en las misiones pedagógicas de los años 30 su telón de fondo. Cristina López Barrio busca poner palabras a las caras de emoción que mostraron los habitantes de pueblos recónditos de España al descubrir la cultura por primera vez. La novela sale publicada el próximo 10 de abril.
¿Qué sintió cuando anunciaron que su novela había sido elegida para ganar el Premio Azorín 2024?
Estaba muy nerviosa y fue una alegría tremenda. Sentía que el corazón me latía desde la garganta y, cuando dijeron el nombre de la novela, tuve que salir al escenario intentando aguantarme las lágrimas, porque soy muy llorona. Pensaba que no iba a ser capaz de decir nada. Es un momento muy poco racional, donde te desborda la alegría y te arrastran los aplausos. Y estoy muy feliz, la verdad.
¿Qué significa para usted recoger este premio con el nombre de un autor como Azorín?
Yo antes que autora me considero lectora. O sea, he llegado a la escritura, como la inmensa mayoría de escritores, a través del amor por los libros. Me acuerdo de leer a Azorín en EGB, lo que en mi época era como la Primaria. Descubrí su forma de escribir y su prosa gracias a textos de Castilla. Esa prosa tan acertada de frases cortas, con ese estilo tan propio que tiene Azorín. Forma parte, junto con otros autores, de ese primer pozo de escritores españoles que me transmitieron el amor que ahora siento por la literatura. Fue uno de los autores que me formaron como lectora y me influyeron como escritora.
¿Este galardón representa un antes y un después en su carrera?
Es, para mí, un broche de oro a una etapa en la que tenía cierta sequía literaria, podríamos decir. Ya han pasado cuatro años y pico desde que publiqué mi última novela. No sabía muy bien qué escribir y, cuando me ponía a hacerlo, había perdido un poco la ilusión. Me había perdido por el camino y me tocó mirar atrás para ver de dónde venía. Busqué precisamente a esa joven que se apasionaba leyendo a autores como Azorín. Esa niña que sentía un verdadero amor por los libros. Ahora esa niña ha vuelto y recuerdo con qué pasión y con qué ilusión me adentré en el mundo de la literatura. Simplemente pensando en el disfrute, sin tener ninguna expectativa. Por eso entiendo que se ha cerrado un círculo y he puesto un broche de oro a una etapa con La tierra bajo tus pies.
Pasó de ser su pasión a su trabajo. ¿Ahora ve la literatura de otra forma?
Sí. Fíjate, durante el tiempo que tuve este bloqueo del escritor, empecé a trabajar en un thriller que estaba ambientado en Lisboa. Pero son estas novelas que empiezas porque tienes que escribir algo, pero que las haces sin mucho corazón, sin algo que realmente te emocione. Cuando tenía 18 o 19 años, soñaba con que me pasara esto, pero en ese momento no ves la otra cara que tiene escribir de manera profesional. Es el sueño de trabajar en lo que te apasiona e imaginas que todo es maravilloso. Y cuando se cumple tu sueño, te involucras emocionalmente y cuesta separar pasión y trabajo. Comienzas a generar unas expectativas y escribes pensando si esta novela gustará o no. Hay que hacer un ejercicio de abstracción y volver a escribir simplemente por el hecho de disfrutar contando una historia. Hay que aprender más a controlar esas expectativas.
Después de este premio, ¿se va a tomar su trabajo de forma diferente?
Voy a tratar de ser menos perfeccionista, que es una de las cosas que producen este bloqueo. No somos perfectos, somos humanos y hay que asumirlo. Pero muchos escritores tenemos inculcado este perfeccionismo que acaba volviéndose contra nosotros. Te lleva a corregir constantemente, a no estar nunca satisfechos y a pensar que siempre puede estar mejor. Por eso no acabas disfrutando la experiencia. Creo que la maravilla del ser humano es su propia imperfección. Así que es mejor escribir todo con cabeza, corazón y espíritu.
¿Qué cree que hizo que el jurado se decantase por su obra?
Aparte del propio premio, lo que más ilusión me hizo fue escuchar los comentarios del jurado sobre la propia novela. Me comunicaron que la habían disfrutado mucho, que habían empezado a leerla y no habían podido parar hasta el final. Hay varios factores que pueden haberles gustado, desde el personaje principal de Katy hasta el tema de las misiones pedagógicas. También me decían que les había sorprendido cómo están tratados los personajes de ese pueblo, que son personas reales libres de tópicos.
Pese a que usted es madrileña.
Cierto, nunca he vivido en el campo, pero he ido recogiendo historias a lo largo de mi vida que las he volcado en esta novela. Por ejemplo, sale un macho, que es una mezcla entre burro y caballo. También una historia de la Guardia Civil Caminera que me contó mi padre. En la época de la posguerra, en los años 40, él y su hermano iban a pasar el verano a un pueblo recóndito de la provincia de Guadalajara. Iban en el macho que sale en mi novela y se encontraban a la Guardia Civil Caminera, que entonces estaba buscando maquis por el monte. Son historias de la infancia de mi padre que yo recojo.
Centra su historia en las misiones pedagógicas, algo muy desconocido por parte del público general. ¿Cómo llegó a ellas?
Llegué por casualidad. A mí me encanta Luis Cernuda, de hecho soy un poco friki, y buscando vídeos sobre él en Google me salió su paso por las misiones pedagógicas. De repente, aparecieron una serie de fotos en blanco y negro que les habían hecho a las gentes del pueblo. Muchas de ellas retrataban la primera vez que veían cine. Se les veía con cara de asombro, como si fueran niños. Eran misiones que tenían el objetivo de difundir la cultura en pueblos recónditos entre el 31 y el 35, porque cuando llegó la Guerra Civil todo esto se fue al garete. Pero esas fotos hablan por sí solas. No hay nada más detrás de eso. No hay ideología, no hay utilidad. Solo personas compartiendo su diversión. Ahí supe que quería poner palabras a estas fotografías. Quería contar su historia.
¿Qué es para usted la cultura y por qué cree que es importante que todos la compartan?
La cultura está absolutamente ligada a nosotros como seres humanos, a nuestro espíritu. El tema de las misiones fue muy polémico y no fue aceptado por ningún partido político, ni por la izquierda ni por la derecha. Todos le ponían pegas y pensaban que esta gente lo único que necesitaba era dinero. Pero los misioneros buscaban sacar al mundo rural de ese aislamiento en el que vivía. Ahora, con la televisión, es otro mundo, pero en los años 30, esta gente estaba verdaderamente aislada del mundo. Lo bonito de estas misiones era que no consistía solo en enseñar la cultura de la urbe, sino que se trataba de un viaje de ida y vuelto. La gente del pueblo tenía su folclore y la gente de la ciudad se nutrió también con esos conocimientos.
Esto confronta con una actualidad donde el éxodo rural está muy presente. ¿Esta obra puede poner el foco en que hay vida posible en estas pequeñas localidades?
Por supuesto que hay vida posible y, de hecho, considero que hay un pequeño número de personas que buscan estas pequeñas localidades para alejarse del mundo loco y ajetreado de la ciudad. Personas que huyen de ese estrés.
¿Cuándo sale a la venta La tierra bajo tus pies?
Estará disponible el próximo 10 de abril. Es una novela muy poética de extensión corta. El bruto ronda las 300 páginas. Luego la editorial hará las típicas correcciones ortotipográficas que hacen cada vez que sale publicada una novela, pero no será un libro de una gran cantidad de páginas.
¿Confía en que sea un superventas?
Eso es un misterio. Yo me quedo con las palabras de todos los miembros del jurado que han sabido valorar mi obra. Son comentarios que reconfortan porque vienen de tus compañeros. Pero no se sabe bien por qué funciona un libro. Tiene un punto de algo mágico y misterioso que no sabría decirte, pero es verdad que salir avalada con un premio te ayuda mucho.