Internet ya ha empezado a cambiar, al menos en la Unión Europea (UE). Desde el miércoles, los gigantes tecnológicos que dominan el sector digital deben acatar la Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés), la pionera regulación antimonopolio que tiene como misión acabar con sus prácticas abusivas, garantizar una competencia justa y beneficiar a los consumidores europeos.