El grupo húngaro Magyar Vagon, que insiste en lanzar una oferta pública de adquisición (OPA) sobre Talgo pese al rechazo del Gobierno, niega tener vinculación con Rusia o Vladímir Putin, respondiendo así a la información desvelada en exclusiva por ACTIVOS, el vertical económico de Prensa Ibérica. Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, señaló que el Gobierno «hará todo lo posible» para evitar que la operación llegue a buen puerto porque teme que haya inversores rusos o que sea el mismo régimen el que está detrás de esta operación.
Formalmente, el consorcio que lidera la potencial opa está conformado al 55% por un grupo de inversores, encabezado por András Tombor y Gyorgy Bacsa, y al 45% por el fondo estatal húngaro Corvinus.
Fuentes del consorcio húngaro explican que, antes de la invasión de Rusia a Ucrania, András Tombor estaba asociado con una compañía de material ferroviario del país liderado por Vladímir Putin, que se había adjudicado un concurso en Egipto. Sin embargo, tras el estallido de la guerra en Europa, ambos socios renegociaron y deshicieron la alianza. «Tardó el mismo tiempo en cerrar sus inversiones con Rusia que otras empresas españolas, como Inditex», señalan. No obstante, Tombor está vinculado al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, uno de los aliados o de los líderes políticos más cercanos a Putin.
Los bancos vigilaron la relación con Rusia
Uno de los argumentos de Magyar para negar la relación de la empresa con el régimen ruso son las comprobaciones realizadas por los bancos acreedores de Talgo. Estas entidades financieras, más de una veintena, certificaron que ni iban a ejecutar los préstamos en vigor, cercanos a los 400 millones, y además seguirían manteniendo el apoyo financiero a Talgo aunque cambiara de manos, lo que, de facto, es interpretado por los inversores húngaros como un respaldo a su proyecto. Las fuentes vinculadas a Tambor aseguran que los bancos, además de la normativa en materia de blanqueo de capitales, revisaron la relación entre la compañía húngara y Rusia.
«Los bancos pidieron y comprobaron bastante información, en un proceso que se ha demorado varias semanas», añaden las mismas fuentes. Las entidades acreedoras dieron su plácet definitivo en las últimas horas, coincidiendo con la negativa del Ejecutivo a permitir la compra. Ninguna fuente de Talgo ha querido hacer comentarios.
¿Un cambio de opinión?
En enero, cuando se conoció el interés de Magyar, el Gobierno no vio con malos ojos la operación. De hecho, el Ejecutivo era consciente de que Talgo necesitaba un socio o un comprador industrial que permitiera sacar adelante a la compañía el ingente volumen de pedidos, que está en un nivel récord, con más de 4.200 millones de euros. Los diferentes ministros de Fomento y Transportes habían hecho una fuerte apuesta por los trenes Avril, encargados a Talgo en 2016. Pero lo cierto es que acumulan numerosos retrasos en su entrega que afectan directamente a la implantación de la alta velocidad en Galicia y Asturias. La situación actualmente es que Renfe reclama 116 millones a Talgo por el retraso y otros 50 millones en concepto de lucro cesante. Además, el Ejecutivo es consciente del grave problema que podría tener a futuro Talgo a la hora de presentarse a nuevos concursos internacionales si no cumple con Deutsche Bahn, la compañía ferroviaria federal alemana, que le encargó la fabricación de más de 70 convoyes por valor de 2.000 millones.
Si estos eran los motivos que hacían que el Gobierno no viera con malos ojos la opa a Talgo por parte de los inversores húngaros, al final se ha producido un cambio de opinión que algunas fuentes vinculan con el reciente viaje de Óscar Puente la pasada semana a Lituania, Letonia y Estonia. España tiene importantes intereses económicos y estratégicos en el desarrollo de Rail Baltica, la infraestructura ferroviaria de alta velocidad que unirá Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Ineco, la empresa de ingeniería y consultoría del Ministerio de Transportes, está muy involucrada en el proyecto: de la mano de la ingeniería Ardanuy, está diseñando un tramo de 94 km de ancho europeo, entre la ciudad de Vangazy (Letonia) y la frontera con Estonia, y, junto con IDOM, otro trecho de 56 kilómetros en la ciudad de Riga. Algunos medios gubernamentales explican que las empresas y los gobiernos de estos países explicaron a Puente que dejar que Talgo caiga en manos de los inversores húngaros en realidad es una forma de que la tecnología de la empresa española caiga en manos rusas.
Pese al portazo del Gobierno a la opa, Talgo ha cerrado en bolsa con una leve caída del 0,7% y pierde en el año poco más de un 5%. Cotiza en 4,1 euros por título, mientras que la opa será a 5 euros por acción.