El Real Madrid se clasifica a cuartos tras un partido para olvidar

El Real Madrid ya es equipo de cuartos de final de Champions League. El 14 veces campeón de Europa elimina a un más que correoso Leipzig que rozó la prórroga con un tiro al larguero de Dani Olmo en el minuto 91 y al que no pudo superar en la capital de España.

Respeto, tensión y muchos nervios. Así se resume la vuelta de la eliminatoria de octavos de un Real Madrid que salió condicionado por el resultado de la ida, donde una obra de arte de Brahim resolvió la batalla de Leipzig.

La alineación de los blancos ya alertaba de que en el Paseo de la Castellana nadie se fiaba de los alemanes. Carlo Ancelotti mantenía a Valverde y Kroos, daba entrada a Tchouameni y Camavinga en el medio del campo y sacrificaba a Rodrygo en la delantera. El uruguayo pasaba a la banda derecha, Vinícius a la izquierda y Bellingham partía como 9.

La falsa calma de los jugadores hacía pensar que no era un partido de vuelta. El Real Madrid se limitaba a controlar, mientras que el Leipzig se hacía fuerte con el paso de los minutos y el 0-0. Un gol igualaba la eliminatoria, por lo que el Real Madrid tampoco salió a morder a los alemanes, que basaban su peligro en las rápidas transiciones lideradas por Xavi Simons, Dani Olmo y Openda.

El Leipzig explotó su mejor virtud, la velocidad, y Sesko se plantó frente a Lunin. La acción se invalidó por fuera de juego, pero por si acaso, allí estaba el ucraniano para ganarle la batalla mental al esloveno. El acercamiento más claro de los alemanes llegó a los 15 minutos, cuando una escapada y posterior de Dani Olmo dejó solo a Openda, que cruzó en exceso su remate.

El sonido de viento se escuchó en un flamante Santiago Bernabéu que trataba de enganchar a los suyos. El Real Madrid transitaba por el césped pero el choque no terminaba de romper y el tiempo reforzaba la propuesta del Leipzig. La afición local agitaba a los suyos; sin embargo, los blancos no terminaban de amedrantar a los alemanes, con Vinícius y, especialmente Bellingham, aislados del juego. Openda volvía a avisar a punto de cumplirse el minuto 45 y el partido se iba con 0-0 al descanso.

Lo vivido en la primera parte, en la que el Madrid no tiro a puerta, bastó para que Ancelotti se hartara de experimentos. Rodrygo entró al inicio del segundo tiempo por Camavinga, de esta manera, el italiano ganaba amenaza y daba más protagonismo en la creación a Bellingham.

El conjunto de Marcos Rose volvió a rondar el gol nada más salir del vestuario en otra internada de Openda, que en primera instancia regateó a Lunin, aunque el meta se rehizó y blocó antes de que el ariete del Leipzig mirara a puerta. La entrada de Rodrygo dio más sentido al juego del Madrid y el brasileño conectó a la grada con dos acciones en las que sacó un córner y una tarjeta.

La efervescencia del Bernabéu, esa que asusta especialmente en las noches de Champions, se acercaba. El culmen llegó en la única jugada en la que los madridistas sacaron sus mejores artes. Con la misma medicina con la que pretendían la machada los alemanes, golpeó el Madrid.

Kroos aclaró el contragolpe y lanzó a Bellingham. El británico condujo con ese galope tan característico como incontenible hasta que el desmarque de Vinícius le gritó el pase. Con un toque milimétrico y en el momento exactó, Bellingham asistió a Vinícius, que con un solo toque mostró su versión más letal.