Ellos le llamaban Dani. Ellos eran los hermanos Gutiérrez Ayuso, tres hermanos a los que Dani o Dani el Negro -los apodos de Dilawar Hussein, un hombre nacido en Pakistán hace 42 años- mató a golpes en su casa de Morata de Tajuña (Madrid) el 17 de diciembre.
El detonante del triple asesinato no fue solo el dinero que les había prestado y no le habían devuelto. Según ha sabido
CASO ABIERTO
, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, el asesino explicó a la Guardia Civil la última razón por la que los había matado: «mi madre murió de hambre en Pakistán por su culpa».
Dinero para sobrevivir
Los investigadores de la Guardia Civil tratan de confirmar la versión del triple asesino. Dilawar, que tenía DNI español después de doce años en nuestro país en los que no había tenido ningún problema con la justicia, enviaba cada mes dinero para que su madre pudiera sobrevivir en Pakistán. La mujer vivía en condiciones miserables y él era su único sustento.
Hasta que en 2021, él prestó entre 25 y 30.000 euros a las hermanas de Morata, Amelia y Angeles Gutiérrez Ayuso. Dilawar esperaba recuperar el doble de esa cantidad porque iban a cobrar una supuesta herencia, pero las mujeres estaban siendo víctimas de una estafa amorosa y nunca recuperaron ni un euro.
Sin ayuda
En ese tiempo, Dilawar perdió su negocio y sus ahorros. Tampoco podía pagar un alquiler de un piso, así que se mudó y se instaló en casa de la familia Gutiérrez Ayuso. Pero el dinero no llegaba nunca. Y él no podía enviar ya la ayuda mensual a su madre en Pakistán.
En febrero de 2023 agredió a una de las hermanas con un martillo. Fue detenido y entró en la cárcel de Estremera (Madrid). Allí se enteró, según las fuentes consultadas por CASO ABIERTO, de la muerte de su madre en Pakistán («murió de hambre», insistió ante la Guardia Civil).
Mientras estaba en prisión por haber pegado a una de las hermanas, se enteró de la muerte de su madre en Pakistán. Decidió «portarse bien» para salir cuanto antes de la cárcel y vengarse
Entonces decidió «portarse muy bien» en la cárcel y hacer lo que fuera para salir cuanto antes y vengarse. Se declaró culpable, aceptó una condena leve (pasó de cuatro a dos años de cárcel) y salió en libertad en septiembre de 2023 con la idea de matar a quienes le habían estafado y, según él, habían causado la muerte de su madre.
El día del crimen
El 17 de diciembre, según su declaración, fue andando desde Arganda del Rey, donde malvivía en un piso compartido, hasta Morata de Tajuña. Son unos diez kilómetros campo a través. El Negro conocía el camino y, además, explicó a los investigadores que necesita caminar, hacer ejercicio, porque «tengo problemas con el azúcar» (en la sangre).
Al llegar a la casa de los tres hermanos Gutiérrez Ayuso, ya era de noche. Saltó la valla de entrada y se quedó debajo de una escalera, según su propio relato. Pasó allí la noche. Llevaba consigo una barra de hierro. Sabía, dijo, que los hermanos conectaban cada noche una alarma para dormir tranquilos. Y que la desconectaban cada mañana. Solo tenía que esperar.
Poco antes de las diez de la mañana, Pepe, el hermano, sale a desconectar la alarma. Dilawar le ataca y le golpea en la cabeza, le revienta el globo ocular. Lo mete dentro de la casa y lo golpea, asegura, con una barra de hierro. Luego golpea hasta la muerte a las dos mujeres. Y se va de la casa. Ha contado que cogió un autobús desde Morata hasta Arganda del Rey. Y que llevó consigo la barra de hierro con la que los golpeó hasta la muerte.
Los cadáveres de los tres hermanos fueron descubiertos el 18 de enero. Tres días después, el domingo, Dilawar acude al cuartel de la Guardia Civil y confiesa que es el asesino de Morata. Explica la deuda que tenían con él y también la historia de su madre, a la que los investigadores, con las cautelas propias de un país como Pakistán, dan credibilidad.
Dilawar volvió entonces a la cárcel. Esta vez por un triple asesinato. Y allí ya no iba a portarse bien, como cuando lo hizo para salir y vengarse. El 15 de febrero mató a su compañero de celda, un ciudadano búlgaro. Lo hizo, también, a golpes.