Los cañaverales que pueblan los ríos y torrentes de la costa mediterránea pueden parecer un elemento pintoresco del paisaje, pero no siempre es así. Si bien la caña (Arundo donax) es una especie que lleva mucho tiempo con nosotros, pese a ser originaria de Asia, desde hace unos años se está extendiendo de tal modo que ya es considerada como una especie exótica invasora, dados los impactos ambientales que ocasiona en los hábitats donde se asienta. De hecho, en autonomías como la Comunidad Valenciana, la Región de Murcia o Baleares se están adoptando medidas para combatir lo que ya es, a todas luces, una verdadera plaga.
La Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), de la Región de Murcia, ha emprendido ahora una nueva fase en la erradicación de esta planta y su sustitución por arbolado autóctono. Desde hace tiempo, esta entidad lucha para frenar la expansión de la caña, que tantos daños causa a las especies propias de la región. De hecho, la caña está incluida entre las diez especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, recuerdan desde esta entidad.
ANSE ha desbrozado, dentro de esta primera fase, una superficie de 2.200 metros cuadrados de cañaveral en la finca La Huertecica, dentro de la Reserva Natural de Sotos y Bosques de Ribera de Cañaverosa. Es una actuación respaldada por el proyecto Fluviatilis, que tiene como objetivo recuperar los ríos y cuenta con el apoyo de las administraciones públicas y sectores económicos.
Una vez realizado el desbroce, se procede a solarizar el suelo tapándolo literalmente con grandes láminas de plástico oscuro, con el objetivo de “ahogar el rizoma de la caña por falta de luz y oxígeno, agotando así sus reservas al cabo de un tiempo”, explica ANSE en un comunicado. “Transcurridos al menos 9 ó 10 meses, se retirará el plástico y se procederá a la plantación de especies típicas de bosque de ribera”, añade.
Este es el mismo procedimiento que se lleva a cabo en otros lugares de España donde las cañas se apoderan de espacios de interés natural o agrícola.
Sustituir cañaveral por bosque de ribera
Los bosques de ribera son imprescindibles para el correcto funcionamiento del ecosistema fluvial, dado que albergan una alta diversidad de especies animales que dependen de muchas de las plantas que componen este ecosistema. Además, especies protegidas como el fresno (Fraxinus angustifolia) son habituales en los bosques de ribera.
Por otro lado, este bosque caducifolio ayuda a mitigar los efectos del cambio climático, pues es “un sumidero de carbono y reduce la huella hídrica, ya que la caña invasora consume grandes cantidades de agua en contraste con el bosque de ribera”, señala la entidad.
Además, la formación ribereña que se quiere recuperar en este tramo de Cañaverosa también asegura la estabilidad de las orillas, suponiendo un buen escudo contra las inundaciones, y regulando la temperatura al proporcionar amplias zonas de sombra.
Gracias a este proyecto, se prevé la fijación de 2.053,25 Tn de CO2 en 40 años y reducir la huella hídrica en 320 Millones de litros de agua al año.
El proyecto Fluviatilis cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.
Los perjuicios de la caña
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera esta especie como una de las cien invasoras exóticas más peligrosas del mundo. Según el portal Ripisilva, del programa Life y la Universidad de Murcia, la caña “tiene una gran capacidad invasora, llegando en bastantes casos a sustituir la vegetación autóctona, impidiendo la germinación y el crecimiento, e inhibiendo la adquisición de agua y nutrientes, respectivamente”, es decir, priva de alimento a las demás especies con las que convive.
Pero, además, la densidad del cañaveral limita la penetración de luz, lo que también evita el desarrollo de otras plantas. Pero, en cambio, tampoco proporciona una sombra tan compacta en la orilla de los cauces como para evitar un aumento de la temperatura del agua, señalan los científicos de la Universidad de Murcia.
Debido a la estructura de los cañaverales y su configuración, “la avifauna apenas puede aprovechar esta especie vegetal para construir nidos sobre sus ramificaciones o resguardarse”, añaden. Es decir, sus inconvenientes son muchos y sus aspectos favorables, ninguno.
En 2016 una investigación de biólogos de la Universitat de Barcelona reveló que las cañas alteran los ecosistemas fluviales donde se desarrollan, haciendo que los insectos, arácnidos y crustáceos de ríos, torrentes y humedales sean cada vez más escasos y pequeños, y menos diversos. Ello tiene repercusiones sobre todo el resto de organismos y, a la larga, empobrece la biodiversidad de estos lugares.
……………..
Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]