Tal día como hoy, pero del año 1486, un navegante flamenco conseguía de manos del rey Juan II de Portugal, una autorización para surcar los mares en busca de una isla fantasma.
Dicho así, parece el inicio de una novela aunque en realidad la historia supera con creces cualquier ficción.
Para conocer esta episodio nos tendríamos que trasladar al archipiélago de las Azores, donde una importante comunidad de colonos flamencos habían sido acogidos por el rey Enrique el Navegante.
Unas generaciones después, destacaría entre ellos el belga Ferdinand van Olmen, aunque en los documentos también es citado como Fernão d’Ulmo, Fernán Duolmo o Hernán de Olmos. Pero ahora viene la gran pregunta ¿quién era este misterioso navegante?
Juan II de Portugal continuó con la política de sus antecesores brindando oportunidades a aquellos expedicionarios del mar.
El día de su cumpleaños (el 3 de marzo) el rey Juan II concedió permiso a Ferdinand van Olmen para la siguiente cuestión:
“Capitán a descobrir a ilha das sete ciudades pero mandado do rey nosso senhor”
A nivel de burocracia estaba todo resuelto. El capitán, Van Olmen, había buscado financiación en el empresario Joao Alfonso do Estreito, famoso en las Azores por sus negocios y con 0 gastos para la corona.
Sólo quedaba echarse a la mar, y según los cálculos de van Olmen, la misteriosa isla no estaría a más de cuarenta días. ¿Pero de qué isla estamos hablando?
Desde mediados del siglo XV la corona lusa se volcó en la expediciones atlánticas y buena muestra de ello son los viajes de Doigo de Tieve en 1452, Joao Vogado en 1462 o el de Joao Gonçalves do Arco en 1484 cuyo objetivo siempre era el mismo: alcanzar la isla de las siete ciudades o la isla Antilla.
La isla Antilla aparece en varios mapas de la época como una de esas islas fantasma. Representada en rojo por la carta de Zuane Pizzigano en 1424.
Las leyendas hacían del océano Atlántico y veredero almacén de mitos. Monstruos y seres fantásticos se juntaban con islas fantasma como Satanzes, Satanaxio, Sauluaga o San Borondón (con la capacidad de aparecer y desaparecer).
En el caso de Antilla su mayor fábula era que en tiempos visigóticos siete obispos, con sus correspondientes fieles, huyeron de la llegada del islam para refugiarse a esta isla del océano Atlántico donde quedaron felices construyendo las famosas siete ciudades.
Islas como san Borondón tenían más mito que realidad pero ¿Ocurriría lo mismo con Antilla?
Van Olmen debió escuchar sobradamente la historia de la isla Antilla pero es curioso que en el permiso real otorgado a este navegante se plante la posibilidad de que sea tierra firme.
Sea como fuere, los datos de la expedición son claros. Antilla se situaría a 40 días navegando hacia el Oeste de las islas Azores y la navegacion se haría en dos carabelas capitaneadas por van Olmen y su socio Estreito.
Nunca se supo si llegaron a su destino, se especula con que partieron en el invierno de 1487 y que precisamente por eso, y por no tener en cuenta las corrientes fracasaron.
Aun así, el papel de Ferdinand Van Olmen fue clave en la historia de Portugal y del mundo, pues no olvidemos que por aquellas fechas también pululaba por la corte portuguesa un tal Colón proponiendo ideas muy parecidas a las de Ferdinand van Olmen.
¿Cuánto sabía Colón de la expedición de Van Olmen?