Aunque se sabe que habitualmente un huracán pierde fuerza cuando toca tierra, si se posa sobre terrenos anegados y cálidos el efecto podría ser el contrario: los especialistas creen que puede recibir una descarga de energía que reaviva su furia. Descubrir los mecanismos detrás de este fenómeno podría ayudar a predecir el comportamiento de un huracán y poner en alerta a la población.
En el momento en que una tormenta tropical o un huracán avanza tierra adentro, la humedad y la temperatura del suelo pueden afectar la intensidad del evento, incluidas las precipitaciones. Si el suelo es a la vez cálido y húmedo ejerce una retroalimentación positiva, que puede reavivar la tormenta y provocar intensas ráfagas de lluvia, según informaron en un primer estudio y en un segundo trabajo un grupo de investigadores que participaron, en enero de este año, en la reunión de la Sociedad Meteorológica Estadounidense, en Baltimore.
Tormentas que recuperan su vigor
Vale recordar que un huracán, también conocido como ciclón o tormenta tropical, es un fenómeno meteorológico que nace a partir de un centro de baja presión de intensa profundidad, a través del cual se deriva un sistema de tormentas de gran magnitud, asociadas habitualmente a fuertes vientos arremolinados, crecimiento en el nivel del mar, copiosas lluvias y actividad eléctrica inusual en el aire, entre otras consecuencias.
Habitualmente, la denominación huracán se utiliza para los eventos de este tipo que tienen lugar en el océano Atlántico o el Pacífico Oriental, en tanto que se los llama tifón, cuando irrumpen en el Pacífico noroccidental, o tormenta tropical o ciclón, cuando su lugar de desarrollo es algún punto del océano Índico o del Pacífico suroccidental. En el caso del Mediterráneo, la terminología utilizada para clasificar a los ciclones tropicales es medicanes.
De acuerdo a un artículo publicado en Science News, los científicos analizaron distintos huracanes en el área de Estados Unidos y descubrieron que en muchos casos el efecto de retroalimentación al tocar tierra sobre suelos anegados fue evidente. Por ejemplo, el huracán Florence, que azotó la región de Carolina del Sur y Carolina del Norte en septiembre de 2018, ganó nueva intensidad a medida que arrasaba suelos ya anegados. Las precipitaciones resultantes batieron récords y las aguas continuaron inundando ciudades como Conway o Carolina del Sur, incluso dos semanas después del paso inicial de la tormenta.
Suelos anegados y calientes
El fenómeno se conoce como efecto océano marrón, debido a que imita la forma en la cual el océano alimenta a los ciclones tropicales, al darles a las tormentas un suministro de agua y calor que les permite alcanzar su mayor intensidad. Pero en el caso de los huracanes que tocan tierra, comprender este efecto podría ayudar a los meteorólogos a advertir a los pobladores de la zona que un huracán podría fortalecerse y seguir haciendo daño.
Es importante tener en cuenta que el suelo saturado o anegado no es el único aspecto que reaviva a las tormentas: la temperatura del suelo también es clave, según se determinó en otro estudio publicado en 2023 en la revista Geophysical Research Letters. En ese trabajo, los científicos concluyeron que cuando el suelo alcanza un cierto umbral de temperatura, que aún no ha logrado precisarse, las condiciones se vuelven especialmente adecuadas para provocar la retroalimentación de la tormenta.