La jefa de la Área de Atención al Visitante del Museo del Prado: «Evitamos a toda costa convertirnos en la sala de la ‘Gioconda’ del Louvre»

Las meninas es un cuadro milagroso, es una obra en la que el propio Velázquez pintó como verdadero protagonista del mismo al espectador que en cualquier momento o lugar se pusiera delante a contemplarlo. Cuando miramos a esos personajes en aquel ámbito, sentimos estar allí, en aquel espacio y tiempo, pero, de alguna manera, también Velázquez y las meninas se vienen a nuestro presente. Es decir, es un cuadro que termina completándose al ser mirado, pero, ¿acaso no le sucede lo mismo a cualquier obra de arte más allá de su temática? Sí, el arte verdadero, aunque necesita de una soledad para nacer, su vocación es la de acompañar a los vivos. Sin embargo y más allá de que las obras adquieren su verdadero sentido cuando son miradas, también son importantes las condiciones en las que pueden ser vistas.