Las meninas es un cuadro milagroso, es una obra en la que el propio Velázquez pintó como verdadero protagonista del mismo al espectador que en cualquier momento o lugar se pusiera delante a contemplarlo. Cuando miramos a esos personajes en aquel ámbito, sentimos estar allí, en aquel espacio y tiempo, pero, de alguna manera, también Velázquez y las meninas se vienen a nuestro presente. Es decir, es un cuadro que termina completándose al ser mirado, pero, ¿acaso no le sucede lo mismo a cualquier obra de arte más allá de su temática? Sí, el arte verdadero, aunque necesita de una soledad para nacer, su vocación es la de acompañar a los vivos. Sin embargo y más allá de que las obras adquieren su verdadero sentido cuando son miradas, también son importantes las condiciones en las que pueden ser vistas.