Gabriel García Márquez, visto por Pablo García. / ILUSTRACIÓN DE PABLO GARCÍA

Este seis de marzo Gabo hubiera sido casi centenario y su figura de leyenda ahora tiene la sombra benéfica de una obra que conmemora su fecundidad literaria, que no tiene fin porque, como el que fue, sigue siendo todavía el mejor de su tiempo, y de los mejores de la historia. ¿Por qué? Porque jamás dilapidó un adjetivo, porque siempre buscó, en los sustantivos que le sirvieron para contar la vida, la esencia misma de la literatura. Porque nunca escribió a desmano, ni para gustar ni para disgustar, sino para vivir y para contarla.