Pedro Sánchez, el audaz, el de las siete vidas, el mago electoral, está tardando esta vez en recomponerse y salir de la zanja en la que se ha caído debido al caso de corrupción en torno a Koldo García, asesor del exministro José Luis Ábalos.
El presidente del Gobierno está pasando su peor momento desde que llegó a la Moncloa en 2018. Ni el confinamiento ni los indultos ni la inflación por la guerra ni el impulso de la ley de amnistía mermaron tanto su capital político como el caso Koldo. A la debilidad parlamentaria con la que empezó la legislatura, se le ha sumado ahora un problema que ha dañado su bandera contra la corrupción, esa que alzó para tumbar a Mariano Rajoy.
Falta transparencia
Sánchez lleva días callado y con lo poco que ha dicho sobre el caso Koldo, encima, ha mostrado su falta de autoridad sobre Ábalos, que fue su escudero durante años. El fin de semana pasado, en un mitin en la Internacional Socialista, el también secretario general del PSOE sugirió al exministro que dejara el acta de diputado. El afectado no solo no lo ha hecho, sino que ha empezado una gira por los medios de comunicación en los que va soltando pullas que llevan a pensar que, al menos, Sánchez sabía que García era una de esas manzanas podridas que alejan a los ciudadanos de la política.
Si Sánchez quiere empezar a abandonar la koldosfera, necesita dar explicaciones, ser transparente y coherente con la máxima que le llevó a presentar la moción de censura contra Rajoy. Debe aclarar si sacó de manera abrupta a Ábalos en julio del 2021 del partido y del Gobierno solo por las informaciones que recibió sobre su vida privada, si fue por datos que conocía ya de las corruptelas de su asesor o por algo más.
También debe dar un paso al frente la actual presidenta del Congreso y expresidenta de Baleares, Francina Armengol, que contrató a la empresa investigada en la trama. Las informaciones conocidas se merecen que comparezca ante los medios y diga, entre otras cosas, por qué tardó tres años en hacer la reclamación por unas mascarillas que eran defectuosas.
Feijóo, esperando a las europeas
“Nosotros, poco a poco. No tenemos que correr. No podría haber elecciones generales hasta el verano por ley. Eso sí: en las europeas Sánchez va a demostrar que está tan acabado que va a tener que disolver y convocarlas”. Quien así habla es uno de los principales asesores de Alberto Núñez Feijóo, el líder del PP que ha pasado en una semana de estar acongojado por la Xunta a volver a imaginarse sentado en la Moncloa.
Los conservadores creen que en las elecciones vascas, el 21 de abril, los socialistas volverán a obtener un mal resultado, como en Galicia, y quedarán muy por detrás del PNV y EH Bildu. El PP, que también pasa malos momentos en Euskadi, espera mejorar la marca anterior (es fácil, tienen seis escaños), pero donde quiere volver a echar un pulso al PSOE es en los comicios al Parlamento Europeo, el 9 de junio.
Estas elecciones en toda España serán determinantes “para demostrar que Sánchez está acabado”, señalan en el entorno de Feijóo. “El desgaste de este caso va a ser diario”, añaden y se atreven a decir que lo saben bien porque los conservadores lo vivieron con la Gürtel y el caso Bárcenas cuando Rajoy estaba en la Moncloa. Eso sí, añade un antiguo colaborador del expresidente del Gobierno: “A nosotros quien nos acabó sacando fue una moción de censura, no las informaciones sobre la corrupción”. ¿Se lanzará Feijóo a presentarla contra Sánchez? Los posibles compañeros que necesita para ese viaje no son fáciles. Vox, PNV, Junts… Algunos en el PP rechazan esa opción de manera rotunda: no quieren apoyarse en Carles Puigdemont para torcer el brazo a Sánchez. “Sería un error gravísimo, porque pasaríamos nosotros a ser sus rehenes. Tenemos que tener paciencia”, dice el asesor de un presidente autonómico.
La amnistía se complica
Sánchez podría obtener cierta tranquilidad política si avanzara en los otros dos proyectos políticos claves para esta legislatura y que van en pack: la ley de amnistía y los Presupuestos Generales del Estado para 2024. Para ambos necesita el apoyo de Puigdemont y los siete escaños de Junts. No era una misión fácil y este jueves, con la decisión de la sala segunda del Tribunal Supremo de abrir causa penal por delito de terrorismo al ‘expresident’, todavía se ha complicado más la arriesgada operación de hacer borrón y cuenta nueva con el independentismo catalán.
La magia de Sánchez da síntomas de agotamiento, aunque sería un error darle por muerto. Tiene más de tres meses de margen hasta las elecciones europeas; cien días para salir de la zanja y volver a poner el foco en lo que él llama la «fachosfera».