El Mallorca saborea la Copa del Rey

Celebración del gol de Larin en el Mallorca-Girona. / RCDM

El Mallorca ha llegado a la final de la Copa del Rey porque hay un plan que ha funcionado. La propiedad, encabezada por el norteamericano Andy Kohlberg, ha traído estabilidad al club y un proyecto a largo plazo. Nada de perder los nervios por encadenar algunas derrotas y asomarse al precipicio del descenso, un vértigo por otra parte desconocido en el deporte americano donde no existe la presión de la bajada de categoría. Aunque el Mallorca no tiene garantizada la permanencia, que se lucha partido a partido, la propiedad se esfuerza por transmitir calma y confianza a la plantilla y al cuadro técnico. El club conoce sus límites, no machaca con quimeras de Champions, aspira a estabilizarse en Primera y en cumplir algún sueño grande. No estaba en sus planes llegar a la final de la Copa del Rey ni lo ha exigido. El triunfo se vive como un plus y trae bajo el brazo la incursión en la Supercopa que los descendientes de Madina Mayurqa disputarán en Arabia Saudí. Mirada larga, a veinte años vista, asumiendo que puede haber baches, pero también fortaleza para superarlos, y alguna alegría, como la de llegar a Sevilla.