«Han pasado 20 años y vendemos a la mitad de precio». Son palabras de Marcos, propietario de Bio Naranja, un pequeño almacén familiar en Castellón. Lleva la agricultura en la sangre, como sus padres y sus abuelos. Cuando compara el coste de venta de los cítricos que destina a intermediarios con el de hace décadas, se estremece. En enero de este año llegaron barcos de Egipto y otros países extracomunitarios repletos de naranjas, lo que causó el desplome del precio de los cítricos españoles. «Se han dejado de comprar naranjas españolas», asegura. Y, sin embargo, este producto llega al consumidor multiplicado por cinco.
Más allá de la simplificación y la flexibilización de la Política Agraria Común (PAC), una de las reivindicaciones más escuchadas estos días en las manifestaciones de agricultores y ganaderos es la de conseguir unos precios justos. La ley de la cadena alimentaria, en vigor desde 2021, prohíbe a los distintos eslabones vender por debajo de lo que ha pagado al eslabón anterior -o lo que es lo mismo, las ventas a pérdidas-, pero lo cierto es que sigue ocurriendo.
Más de la mitad de los productos en origen analizados por el Observatorio de la Cadena Alimentaria, adscrito al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, bajaron los precio durante 2023. En algunos casos, como los limones y las judías verdes, el coste de venta de los agricultores cayó el 37% y el 36%, respectivamente. Pero, por el contrario, son productos que entre la huerta y el supermercado se encarecieron el 880% y el 472% en el último año, según el Índice de Precios en Origen y Destino de los Alimentos (IPOD) de enero de 2024, elaborado por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Los agricultores españoles acumulan cuatro semanas de protestas en las calles, mientras que las grandes cadenas de distribución se defienden afirmando que sus márgenes sobre ventas están contenidos para limitar el impacto de la inflación en la cesta de la compra. ¿Qué ocurre en el precio de los alimentos entre la huerta y el supermercado?
Reacciones desiguales
Para el sector primario, no hay dudas sobre lo que está sucediendo. «Los márgenes comerciales abusivos llevan bastante tiempo produciéndose. Y en los momentos en los que se producen fuertes bajadas de precio en origen, no se ven esas bajadas luego en destino», sentencian desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). Es uno de los desequilibrios que existen en la cadena alimentaria, añaden.
No es esta la opinión mayoritaria. Fuentes cercanas al sector de los supermercados sostienen que «no hay un problema de precio en origen ahora mismo en la cadena alimentaria», puesto que al final son empresas sometidas a efectos meteorológicos y últimamente también a las decisiones geopolíticas, como la eliminación de los aranceles a los cereales y otros productos ucranianos. Para estas mismas fuentes, el problema real se encuentra en los costes y los volúmenes de los alimentos porque «España tiene uno de los precios de alimentación más bajos de Europa». «Los problemas, si los hay, tienen que ver con el ajuste en cada parte», señalan.
La explicación intermedia es que «los desequilibrios entre oferta y demanda en los productos frescos hacen oscilar de forma fuerte los precios de origen al alza y a la baja, pero los precios de destino reaccionan con rapidez a las subidas, aunque mucho más lentamente a las bajadas», explica el profesor de OBS Business School, Javier San Martín. Es decir, que el mercado es capaz de autorregularse, pero con cierto decalaje.
El problema es que no existen datos oficiales para contrastar las cifras de ambos extremos de la cadena. El Observatorio de la Cadena Alimentaria publica los precios semanales desde el origen hasta Mercasa, la empresa central de mayoristas, mientras que COAG elabora su propio índice. «Es algo que llevamos tiempo reclamando, estamos a la espera de que se desarrolle esa información estadística que consideramos que es imprescindible para un correcto desarrollo de la agricultura», exponen desde la UPA.
Según este índice, la mitad de los alimentos analizados por la COAG se incrementaron por encima del 300% entre origen y destino. Algunos ejemplos son los plátanos, que se han disparado el 733%, la lechuga (471%) y el cordero (310%). Otro alimento que se ha desbocado en los lineales de los supermercados, el aceite de oliva, ha visto aumentado su precio entre ambos extremos de la cadena el 17% en el último año.
Sequía y falta de producción
En la agricultura y la ganadería, la formación de precios varía según el producto. Por ejemplo, el coste de venta en tienda del aceite de oliva cerró el 2023 con un aumento del 55%. La escasez de lluvias ha reducido a la mitad la oferta de aceite de oliva y como consecuencia ha aumentado considerablemente su precio. Algo parecido ha ocurrido con la cebolla: su precio se disparó en la pasada primavera por falta de producción, pero ahora que sus precios de origen han vuelto a valores similares a los históricos, los de venta no han bajado de la misma forma.
En otros, como la patata, ha habido un fuerte incremento del diferencial entre el precio de origen y el de destino. Se debe a «la aparición de empresas fuertes en la comercialización de la patata en los últimos años que se han convertido en los proveedores de las grandes cadenas de supermercados, que antes compraban directamente en distribuidores diferentes en cada zona», afirma San Martín. Estas compañías importan masivamente patata francesa lavada y así han ensanchado el diferencial del margen de una forma importante en los últimos cinco años. «Eso lo paga el consumidor, pues el agricultor sigue percibiendo un precio similar al de hace cinco años en el que sus costes eran mucho menores».
Un último caso es el del plátano español, un producto que está sufriendo la fuerte competencia de las bananas desde una perspectiva de mercado comunitario, cada vez de mejor calidad y con menos trabas a la importación. Como consecuencia, los productores de plátanos canarios ven más difícil colocar su producto fuera y optan por bajar los precios en el mercado doméstico para tratar de compensar.
2023 ha sido el año más cálido registrado en los últimos 174. Junto al pedrisco y a otros fenómenos meteorológicos extremos, la sequía ha sido la principal razón del incremento de precios. La superficie siniestrada se acerca al 60% de la asegurada en 2023 por Agroseguro en producciones agrícolas con un total de 3,5 millones de hectáreas de los casi 17 millones de cultivos que conforman el campo español. En total, el seguro agrario se elevó hasta los 1.241 millones de euros, el 56% por encima del año anterior.
Subidas en la cadena
En los últimos dos años, coincidiendo con el inicio de la invasión rusa en Ucrania en febrero de 2022, se disparó la inflación hasta el 10,7% en España, y con ella, el resto de costes que afectan a la cadena alimentaria. Los agricultores se quejan de la subida de costes debido a las políticas medioambientales de la UE, el transporte y la distribución ha sufrido un aumento del precio del combustible, el impuesto sobre los envases de plástico no reutilizables ha presionado los márgenes de los supermercados y el coste de la energía ha impactado en las cuentas a todos por igual. También la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) ha supuesto un coste añadido para todos, ya que acumula un alza del 54% en cinco años.
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Eso sí, el aumento de precios no es equilibrado a lo largo de la cadena. Según un informe del Observatorio de la Cadena Alimentaria de 2008-2009, últimos datos conocidos con porcentajes, el incremento es del 21% en la producción, del 28% en la comercialización en origen, del 11% en la comercialización por parte de los mayoristas y del 40% en la venta en tienda. En el último informe, de octubre de 2023, se puede observar las diferencias de encarecimiento entre productos. Por ejemplo, las acelgas sufren un mayor aumento de precio en los supermercados, mientras que en las patatas se produce en la producción y envasado. La carne de vacuno, por su parte, se encarece en el matadero.
El ministro de Agricultura, Luis Planas, prometió a las organizaciones agrarias escrutar los costes que soportan en origen y perseguir a las empresas que les obligan a vender a pérdidas con un aumento de inspecciones. Los agricultores, por su parte, piden más sanciones que eviten su ruina. «Tengo confianza, por eso no podemos parar las protestas», señala Marcos, propietario de Bio Naranja.