Más de mil personas están en lista de espera para entrar en una residencia pública en Mallorca y sin embargo algunas no están al 100% de su capacidad. Las dificultades para encontrar personal (el mal compartido por prácticamente todos los sectores económicos de estas islas) complican la situación. Además, en varios centros las obras de ampliación o mejoras están estancadas, con lo que las nuevas plazas se van habilitando con cuentagotas.
En el caso de La Bonanova, el mayor centro residencial de Mallorca, actualmente hay 43 camas sin ocupar cuando más de 400 personas están en lista de espera para este centro. Además, una planta y parte de otra están cerradas por reforma. El pasado 31 de enero esta residencia ubicada en Palma llegó a tener un centenar de plazas vacías cuando, según la última memoria del Institut Mallorquí de Servei Socials (IMAS), su capacidad total es de 350.
Los ingresos se paralizaron dos meses (octubre y noviembre) por falta de médicos (hubo traslados y jubilaciones) y por «una necesidad importante de reestructurar el servicio» en cuanto a los ingresos de personas de ‘prioridad social’, según el IMAS. Esta parada generó un tapón y ahora, cubierta ya casi al 100% la plantillas de personal médico (el lunes se incorpora uno y faltará aún otro profesional a jornada parcial), se está intentando recuperar el ritmo. Según el organismo insular la media es de seis altas semanales. También se han recuperado las estancias temporales que habían sido ‘bloqueadas’ por la citada reestructuración (17 plazas). Desde el IMAS señalan en cualquier caso que a veces algunas plazas quedan puntualmente clausuradas por alguna pequeña reforma o adaptación necesaria al ser un edificio muy antiguo (tiene más de 40 años).
Además de plazas sin adjudicar, en La Bonanova hay una planta entera en obras (la octava), lo que ha supuesto también clausurar parte de la planta inferior por seguridad. Acabar la reforma supondrá incrementar la capacidad de la residencia en más de 34 plazas, pero ahora mismo no está ni licitada con lo que la previsión es que no estará acabada hasta 2026.
El proyecto de reforma (por valor de más de 4 millones, que salen de Fondos Europeos) acumula mucho retraso ya que las dos primeras licitaciones quedaron desiertas. Ahora se ha subido el presupuesto para que el proyecto sea atractivo para las constructoras y la estimación es publicar una tercera licitación en junio. Si esta vez se adjudica, finalmente las obras «podrían empezar» antes de que acabe este año. Luego se estima que la intervención duraría al menos 18 meses.
La Llar d’Ancians (Palma): a la espera de una reforma que no acabará hasta 2026
El caso de La Bonanova es el más llamativo, pero no el único. La Llar d’Ancians tiene un total de 252 plazas, pero a finales de enero había 46 camas vacías, según respuesta oficial del presidente del IMAS, Guillermo Sánchez Cifre, al grupo socialista en el Consell, que viene preguntado por este tema preocupado por el «agujero» que supone tener las residencias por debajo de su capacidad ante las necesidades actuales y futuras (en 2030 se estima que más del 22% de la población balear tendrá más de 65 años). Desde el ente insular aseguran que a día de hoy quedan nueve plazas sin ocupar en la Llar, pero que ya están con los preingresos hechos.
El centro también está pendiente de una reforma que supondrá habilitar 52 nuevas plazas, pero el final de este proceso será largo y no lo veremos ni este año ni el próximo: está aún en licitación y la estimación es que la ejecución sea de casi dos años (22 meses). La Llar tiene más de 500 personas dependientes en lista de espera.
Son Caulelles (Marratxí): las plazas temporales no están aún disponibles
El centro residencial de Son Caulelles, ubicado en Marratxí, está en funcionamiento desde octubre de 2022 y puede acoger a 100 usuarios (70 dependientes y 30 en régimen temporal), pero ahora mismo atiende a 66 personas dependientes (hay 400 nombres en lista de espera) y a apenas seis personas en régimen temporal.
En el caso de estas plazas temporales (que son para pacientes del IB-Salut que requieren estar un tiempo en residencia mientras se recuperan de alguna intervención o dolencia) la previsión es ir contratando personal, completando el equipamiento y llegar a ocupar todas estas plazas a largo del mes de marzo (casi un año y medio después de su inauguración).
Miquel Mir (Inca): acabada desde el verano, pero sin personal ni equipación
Otra residencia que está a la espera de entrar en funcionamiento y que contribuiría a aligerar las listas de espera es la Miquel Mir de Inca, cuyas obras arrancaron en septiembre de 2021 con la promesa de que a principios de 2023 empezaría a funcionar como «centro sociosanitario de referencia del Raiguer», con 40 plazas residenciales y 25 de centro de día. La reforma sufrió las dificultades y retrasos ‘habituales’ de la obra pública, pero están prácticamente acabadas desde el verano. Falta tramitar los permisos de actividad, la equipación y la contratación de personal, «mucho contrato mayor». Con todo, el IMAS cree que podrá ponerla en marcha el segundo semestre de este año.
Cada residencia acumula entre 400 y 500 personas dependientes en lista de espera. Ahora mismo básicamente solo logran plaza residencial por Dependencia personas que tienen el mayor nivel reconocido (grado III) y una puntuación muy alta.