Daniel Navarro Cruz, conocido popularmente como Niño de Pura (Sevilla, 1966), respetado tocaor discípulo de Manolo Sanlúcar y con una dilatada carrera como compositor, intérprete y acompañante de primeras figuras, se despide este sábado de marzo de los escenarios en Barcelona. El párkinson le ha obligado a dejar el flamenco a los 58 años, cuando todavía sus manos responden a su cerebro. Otro destacado guitarrista, Manolo Franco, tocará dos temas con él como artista invitado y la volcánica bailaora Pastora Galván será la otra artista que le acompañará en el Teatre Sagarra este sábado en una actuación del festival Flamenc-ON de Santa Coloma.
«La gente puede esperar lo mejor de mí en este concierto, voy a intentar dar lo mejor», señala por teléfono desde su casa . «Por ahora, la enfermedad me afecta más en las piernas que en las manos. Para mí es un honor terminar en Barcelona mi gira de despedida de los escenarios. Ahora mismo me encuentro con capacidad para poderlo hacer. Esto significa para mí mucho», dice con humildad este gran tocaor, que agradece a la Fundación Manolo Sanlúncar su apoyo en esta última gira.
«El año pasado, antes de verano, lo comenté con mi gente. Como de las manos estoy bien quería aprovechar que todavía tengo facultades para despedirme de los amantes del flamenco«, recuerda. «En Córdoba, Sevilla y Huelva los conciertos han salido muy bien. Ha sido muy emotivo. El aficionado está consternado pero contento verme y haberse podido despedir. Yo también». La primera actuación de la gira de despedida fue en Córdoba el 26 de octubre. «Todos los conciertos son maravillosos, pero el último que hicimos acabó que parecía un duelo», reconoce el músico, que desde niño se sintió atraído por el flamenco.
Premiado artista
Niño de Pura ha sido tocaor habitual de Juan Valderrama, Aurora Vargas o Pansequito, entre otros muchos artistas, y uno de los guitarristas con más premios de su generación: Premio Nacional de Jóvenes Intérpretes de Guitarra Flamenca dentro del ciclo de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla, Premio Nacional concedido por la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera y Premio del Cante de las Minas en La Unión.
«Las manos de las mujeres son más apropiadas para la guitarra que la de los hombres. Ellas además tienen una sensibilidad especial»
Empezó a tocar, recuerda, porque su hermano bailaba. «Veía que se llevaba todo el cariño gente y me dije: no puede ser. Como me gustaba mucho la guitarra, le pedí a mi padre que me buscara un profesor. Un día Manolo Sanlúcar me vio, creyó en mis posibilidades y me invitó a su casa para enseñarme. Fui su primer discípulo. Yo alucinaba con él porque era un fuera de serie. Tuve mucha suerte, la verdad». Manuel Lozano y Manolo Carmona fueron sus primeros profesores, pero fue con el maestro Manolo Sanlúcar con quien desarrolló su depuradísima técnica y su manera de sentir la guitarra.
Niño de Pura se retira a los 57 años pero tiene proyectos fuera de los escenarios. Quedan sus discos para seguir disfrutando de su talento. Capricho de Bohemias (1984), ‘Caliente’ (1991), ‘Más allá de la luz’ (1993), ‘Maquida’ (1996) y ‘Pozo y caudal’ (2002). Su último disco, ‘Pura Gloria’, lo grabó hace unos tres años. «Me queda material que quiero dar a conocer. Tengo, entre otros, un audio grabado de unos temas que hice durante la pandemia, cuatro baladas de guitarra», explica.
Faltan tocaoras
Niño de Pura siempre destaca a Antonio Rey entre los tocaores de nueva generación que suben con más fuerza. Pero qué pasa con las tocaoras, ¿por qué hay tan pocas?. «Eso me pregunto yo, porque las manos de las mujeres son más apropiadas para la guitarra que la de los hombres. Ellas además tienen una sensibilidad especial. Pero no hay tantas como hombres y por eso siempre acaban destacando más ellos», explica. Para quien quiera saber más del tema, el documental ‘Tocaoras’, de la actriz y realizadora gaditana Alicia Cifredo, explora una escena donde destacan Beth Cohen ‘La Pólvora’, guitarrista flamenca londinense; Belén Novelli, joven revelación francesa que falleció a los 20 años y Marta Robles, de Las Migas, entre otras. «Yo he tenido alumnas maravillosas, algunas incluso son hoy profesoras. Me encantaría ver a más mujeres tocando la guitarra».
Aunque el párkinson le aleje de los escenarios, nunca dejará el flamenco. «La música tiene el poder de hacerte llorar o de llevarte a lo más alto. A mí siempre me ha ayudado. Cuando no me encuentro bien cojo la guitarra y se me quita todo. Mientras pueda seguiré pendiente del mundo del flamenco, pero no quiero animarme demasiado. He de ir con cuidado. Me costó tomar la decisión de dejar mis actuaciones y ahora toca acatarlo. No es fácil, pero la vida no es como quieres sino como se presenta».