Lo urgente, lo inmediato, para Kiev sigue siendo sobrevivir a los bombardeos del Kremlin y contener militarmente a la Rusia de Vladímir Putin que, desde que ordenara la agresión hace poco más de dos años, no se ha movido ni un milímetro de su objetivo de destruir Ucrania. Pero los gestos importan y no hay ninguno más potente a nivel político que pueda conceder la Unión Europea a un país tercero -particularmente si ha sido atacado y está en guerra- que abrir las puertas del club. Por eso, la decisión de conceder el estatus de candidato y abrir negociaciones de adhesión a la UE con Ucrania y Moldavia supone un antes y un después en una Unión que nació como un proyecto de paz y que ha vivido siete ampliaciones en su historia.