El intento de desactivar el caso Koldo le ha estallado al PSOE en forma de crisis política. El que fue secretario de organización y ministro, José Luis Ábalos, no solo decidió este martes integrarse en el Grupo Mixto para mantener el escaño fuera de la disciplina socialista, sino que lo hizo con duros reproches a la dirección. También con alguna amenaza velada, al defender su decisión de presentar batalla para «asistir al final de esta partida, obligando a quienes ahora pretenden echarme a la calle, por la puerta de atrás, tengan que mirarme a la cara”.
Ábalos no es un diputado cualquiera, tras formar parte del principal círculo de confianza de Sánchez en Ferraz y en el Gobierno, y el temor ahora es que busque “perjudicar al partido”, según apuntaban fuentes de la dirección en el Congreso. “Él mismo en este caso hubiera actuado igual”, añadían las mismas fuentes, mostrando su sorpresa por el hecho de que Ábalos optase por dañar a las siglas en las que milita desde la Transición.
“Situación desgarradora”, “día triste” o un recurrente “estamos ‘jodidos’” eran algunas de las sensaciones que compartían la tarde de este lunes en el partido y en el grupo parlamentario. El enroque de Ábalos, por lo que de forma inmediata tras integrarse en el Grupo Mixto se le suspendió cautelarmente de militancia, ha trastocado a los socialistas. Fuentes parlamentarias reconocían el golpe en toda la organización, de su cúpula a las bases. “No habrá ni un militante que hoy se sienta bien”, lamentaban para reconocer el impacto de la abrupta salida de su exsecretario de Organización. También hay temor a que no se entienda lo sucedido, pero sobre todo al daño que esté por venir.
La decisión de pedirle el acta por “responsabilidad política” en el caso Koldo fue dura, según reconocen diferentes miembros de la ejecutiva, pero las consecuencias no se quedan atrás y todavía está por determinar hasta donde llegan. El propio Ábalos se refirió durante la comparecencia en la que anunció su decisión que “me enfrento a todo el poder político, de una parte y de otra”.
Numéricamente, los socialistas dicen estar convencidos de que la pérdida del escaño de Ábalos no añadirá más incertidumbre a las apretadas mayorías parlamentarias. Que no se confundirá de enemigo en lo que respecta a los debates políticos en el Congreso ni de dónde proceden sus votos. Otra cuestión es el tipo de defensa que hará de su “honorabilidad”, comenzando por su exposición mediática. El propio Ábalos, aseguró que se seguiría explicando en los medios y que su otra herramienta para defenderse sería la tribuna del Congreso.
La situación, con todo, no está ya bajo el control del PSOE y cunde la incertidumbre. El ministro de Transportes, Óscar Puente, quien forma parte también de la ejecutiva, aseguraba que “después de lo visto no soy capaz de hacer ningún pronóstico”. En este sentido apuntaba que Ábalos ya no responde a la disciplina del partido, que además le ha abierto expediente de expulsión. “Si ha roto la disciplina de grupo”, se preguntaba si no rompería también la de voto “que está en un plano inferior”.
“La política puede ser injusta»
En la ejecutiva del partido celebrada este lunes, cuando se decidió dar un ultimátum de 24 horas a Ábalos para que entregase su acta, nadie puso ninguna objeción. La resolución se adoptó por unanimidad y, pese a las consecuencias, los socialistas defienden que no podían hacer otra cosa. Uno de sus miembros empatiza con que “la política puede ser injusta y, a veces, cruel”, pero que por encima de todo está el patriotismo de las siglas. Lo colectivo antes que lo personal. En este sentido, añade, que debían defender la “virtud original de la ejemplaridad”.
Los socialistas presumen de ejemplaridad en sus filas desde que llegaron al Gobierno en 2018 con una moción de censura justificada, precisamente, por los casos de corrupción que salpicaban al PP. De ahí su celo sobre cualquier sospecha de corrupción. “La preocupación era atajar cuanto antes este asunto”, explican con respecto al caso Koldo. De hecho, los socialistas no solo exigieron el acta a Ábalos, por su responsabilidad ‘in vigilando’, que no judicial al no estar investigado, sino que registraron también una comisión de investigación sobre la compra de mascarillas en la primera fase de la emergencia del coronavirus.
Auge y caída
Bajo la premisa de “tolerancia cero” contra la corrupción “caiga quien caiga”, el ministerio de Transportes también ha ordenado una auditoría interna. Su objetivo pasa por determinar si existen más comisiones o colaboradores involucrados en la supuesta trama de comisiones ilegales en la compra de mascarillas durante la pandemia.
Ábalos fue una de las piezas clave para encumbrar a Sánchez y ahora ha generado una crisis política en el partido cuyas consecuencias están por determinar. «No puedo acabar mi carrera política y mi trayectoria como un corrupto», avisaba a los suyos este lunes. Su prioridad será «restituir mi honor como diputado y como persona». En el partido, en cambio, esperan con incertidumbre a ver cómo se traduce este envite.