Una quedada con amigas es sinónimo de hablar del sueño recurrente de las últimas semanas, de esa persona a la que no aguantas del trabajo, y de cómo la única alegría del mes está siendo el satisfyer. Los primeros dos temas lo son desde que el mundo es mundo, pero el tercero es mucho más nuevo.

Este 2024 cumple diez años de la creación del primer prototipo y de su patente.

El Satisfyer es la marca más conocida de los llamados «succionadores de clítoris», pero eso no es realmente lo que hace. Se trata de un aparato de tamaño práctico y apariencia simple: un mango que termina en un cabezal de silicona, con la opción de elegir varias velocidades y que tiene como fin último conseguir el orgasmo femenino.

¿Cómo? Sin tocar, usando ondas expansivas y aire que generan impulsos sobre la zona y aumentan el ritmo sanguíneo. Lo que se traduce en un orgasmo rápido y pleno.

Pero no siempre ha sido como lo conocemos actualmente.

Una bomba de acuario modificada

Este juguete erótico nació en Metten, un pueblo alemán del estado de Baviera de la mano del inventor Michael Lenke. A sus sesenta años y con centenares de patentes a sus espaldas, leyó un artículo sobre cómo la mitad de las mujeres tenían problemas para alcanzar el orgasmo. Y decidió poner fin a eso.

El primer prototipo fue una bomba de acuario modificada, y la primera en probarlo fue su mujer, Brigitte. La bomba no fue la bomba para ella. Y eso fue suficiente para que su marido siguiese tratando de inventar ese artilugio que pudiese conseguir que su mujer llegase al «ah» de manera inmediata.

Brigitte los probó todos hasta que, año y medio más tarde de la bomba de acuario, usó el prototipo definitivo. «Esto será un éxito mundial», dijo la mujer del alemán. El orgasmo instantáneo sin sexo acababa de ser creado.

A partir de ahí, preguntó a familiares y amigas que le ayudasen a adaptar los parámetros del funcionamiento, y todo desembocó en un solo nombre: ‘Pleasure Air Technology’, que luego pasó a llamarse ‘Womanizer’ («mujeriego», en inglés), y terminó como el conocido ‘Satisfyer’.

El satisfyer, en cifras

Desde entonces, el uso del satisfyer no ha hecho más que aumentar. Especialmente, desde 2018, cuando «notamos que las ventas crecían hasta el punto de que tuvimos que hacer ‘esfuerzos’ para no quedarnos sin stock», como afirma la directora de marketing de la conocida empresa de juguetes sexuales Platanomelón, Kimi Yamada.

Este crecimiento en las ventas también está reflejado en el Estudio sobre Hábitos Sexuales de 2023, conducido por Diversual, en el que casi el 24% de los españoles usa juguetes sexuales de 2 a 3 veces por semana.

Sin embargo, esto no significa que el comportamiento sexual se reduzca al uso individual de estos aparatos. De hecho, como indica el mismo estudio, un 83,8% de los encuestados prefiere mantener relaciones con su pareja mientras usan juguetes. Una cifra que contrasta con el 13% que se decanta por estar únicamente con su pareja sexual.

Un cambio en el paradigma

Para sexólogas como María Torres, la incorporación de estos aparatos en la vida sexual de las mujeres no significa solo un crecimiento en las ventas de varias empresas. Para ella, la normalización del uso de estos juguetes supone «un cambio en el paradigma».

Afirma que «el satisfyer escapa del diseño fálico», una imagen de la que las sex shop estaban llenas antes de la llegada del succionador. «Y centrarse en el autoplacer saliéndose de eso es casi revolucionario».

Torres subraya que romper con la asociación «placer-penetración» es muy positivo, abriendo las puertas a una imagen de la sexualidad diferente. Una imagen que puede ayudar a que las mujeres «exploren su propio cuerpo», como afirma la sexóloga Eva Moreno, «tan cerca y a la par, durante siglos, tan lejos».

El succionador: ¿empoderamiento femenino o capitalismo del orgasmo?

Pero no todas las opiniones expertas son unánimes en las ventajas del satisfyer. La propia Moreno reconoce que el hecho de que un succionador sea la primera toma de contacto de una menor con el sexo es contraproducente.

«Encamarse con la pareja es algo más complejo que un orgasmo de dos minutos», asegura en una entrevista con El Periódico, y teme que las expectativas de tener un momento íntimo con la pareja se basen únicamente en lo previamente vivido con el juguete sexual.

Es decir: esperar que el tiempo en llegar al orgasmo con el succionador sea el mismo que manteniendo relaciones solo con una pareja sexual. Algo que, teme la sexóloga y divulgadora Laura Morán, «desemboque en una sensación de malestar» si no se consigue alcanzarlo «en ese tiempo récord».

Un carácter inmediato del orgasmo femenino a través del satisfyer que Eva Moreno relaciona con «la sexualidad líquida» de Zygmunt Bauman. Según esta teoría del filósofo polaco-británico, los vínculos humanos son cada vez más frágiles debido al individualismo. Una filosofía del «te uso, y te deshecho» que solo busca la satisfacción inmediata y aparta todo lo que no sea llegar al objetivo deseado de manera rápida (en este caso, el orgasmo).

Dentro de la sociedad, hay opiniones muy dispares sobre el satisfyer. Debates sobre si el juguete es una manera de promover el empoderamiento femenino, o si no es más que el resultado de una capitalización del orgasmo femenino.

Sea cual sea la postura que se tenga, lo que es seguro es que se cumplen diez años desde que el satisfyer se ha convertido en un elemento más en las habitaciones de muchas mujeres españolas. Y no están en el acuario.

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