El fútbol está lleno de prejuicios. Luchar por sobrevivir es algo de lo uno solo puede sentirse orgulloso de vez en cuando. Nunca como esencia, porque es un síntoma de ser menor. Sin embargo, alcanzar una permanencia es una de las mayores gestas que existe. Salva equipos. Por eso existen hombres entrenadores como Javier Aguirre, cuya voz sale al marcar el ‘112’, aunque su carrera diga mucho más. Porque está a las puertas de llevar al Mallorca a una final de Copa. Solo, que ya es mucho decir, tiene que ser mejor que la Real Sociedad en el Reale (21:30) y hacer valer el empate sin goles en Son Moix.